El derbi reafirmó a un futbolista por encima de todos en el Atlético de Madrid: el ghanés Thomas Partey, consolidado ya en el medio centro del equipo rojiblanco, dentro de esa aprendizaje constante en la élite, desde el ejemplo de Josep Lluis Martí y Alejandro Alfaro en Mallorca o los consejos de Gabi Fernández y Tiago Mendes a la confianza ahora de Diego Pablo Simeone.
Con minutos en siete de los ocho encuentros oficiales de esta temporada -sólo se perdió la derrota con la Real Sociedad por 2-0 por unas molestias musculares-, pero, sobre todo, como titular en cinco de esos partidos, aparte de goleador decisivo ante el Eibar partiendo desde el banquillo, es hoy por hoy una pieza indiscutible.
"Su partido ha sido fantástico. Nos está dando mucha velocidad en el juego y una salida importante en el inicio del juego", analizó su entrenador, el argentino Simeone, sobre el centrocampista de 26 años, que, por fin, disfruta de una titularidad casi constante, realzada porque también es el elegido ya para los grandes choques que ha afrontado hasta ahora el Atlético en esta campaña.
Él fue el medio centro titular tanto en el partido de la primera jornada de la Liga de Campeones contra el Juventus, además recién superadas unas molestias musculares, como en el derbi frente al Real Madrid, en el que disputó un partido imponente en la recuperación, en la transición, en el despliegue y en todo lo que pide su técnico.
Hasta ahí, Thomas ha atravesado una carrera de fondo, constante, paciente, incansable e insistente para alcanzar ese rol en el Atlético, al que, tras jugar de niño en tres equipos de su país, en el Krobo Youth, el Revelation Fil y el Tema Youth, llegó con 17 años desde Ghana para probar... Y para quedarse.
"Llegué sobre las nueve de la mañana (a Madrid) y a las siete de la tarde tenía que entrenar en la ciudad deportiva de Majadahonda. Hacía mucho frío. No estaba acostumbrado al frío. Tenía mis manos y mis pies congelados. Era otro mundo. Pero yo siempre pensando en positivo, siempre rezando, pidiendo que Dios me ayude a superar esta prueba y trabajando fuerte. Cada entrenamiento, como si fuera el último. Tenía mucha confianza y pasión para conseguirlo. No quería volver atrás, lo quería conseguir ya", rememoró en el pasado a EFE.
Javi Baños, entonces entrenador del juvenil B, le fichó para el Atlético. Luego pasó al juvenil A, en el que compartió equipo con Saúl Ñíguez, compañero en el conjunto profesional, u Óliver Torres, ahora en el Sevilla; más tarde al filial para dar ya el salto, el de la maduración definitiva, el impulso indispensable, el que supuso su cesión al Mallorca para la temporada 2013-14.
"Me ayudó mucho. Nunca había jugado en Segunda División y en Mallorca había muchos jugadores que habían jugado en Primera. Aprendí mucho de ellos. De Pep Lluis Martí o Alfaro. De principio me costó mucho, porque hacía muchas faltas, perdía muchas pelotas y les veía a ellos tranquilos, tocando el balón sin perderlo...", recordó.
Se fijó en ellos para crecer, crecer y crecer, después rumbo a su segundo préstamo consecutivo. En el Almería. "De ahí a Primera tampoco fue fácil. Lo veía por la televisión y todo parecía fácil, pero el primer día que entrené con ellos corría más que ellos, pero ellos tocaban más pelotas que yo. Tenía que acostumbrarme, miraba cómo entrenaban y fui cogiendo el ritmo", repasó.
Eran sus primeros pasos por el fútbol de elite. "Al principio jugaba fácil. Les daba la pelota a mis compañeros y sólo presionaba. La segunda vuelta todo cambió. Tenía que demostrar que era capaz de hacer algo. Quería hacer goles y tener llegada, ser el 'box to box' que todo el mundo me decía. Quería demostrar que podía hacerlo. A partir de ahí, todo salió bien", explicó de su paso por el Almería.
Y entonces, ya con 22 años, llegó la vuelta al Atlético de Madrid. Aquellos días de la pretemporada para el curso 2015-16 en el complejo urbanístico de Los Ángeles de San Rafael, el escenario de la base de la preparación veraniega rojiblanca, en los que Simeone le ubicaba de central... hasta que un día le situó en su puesto natural.
Fue un indicio de que, quizá, habría un sitio en la plantilla para él en aquella campaña, después de dos cesiones seguidas. "Me costó mucho la primera pretemporada, porque estaba con pubis, y los entrenamientos del 'Profe' Ortega no eran fáciles. Me costó muchísimo. Todos iba al cien por cien y yo iba al 50 o el 70".
No fue nada fácil para él aquel inicio de curso, fuera de la convocatoria por decisión técnica en 14 de los primeros 17 duelos de esa campaña. Y sin minutos hasta el decimoctavo choque. "Quería ir a mejorar (a otro equipo cedido) como antes y volver otra vez, pero mi padre y mi representante me decían tú tranquilo, que eres joven".
En enero habló con el club. "Me dijeron 'tú tranquilo, te necesitamos, no para este año o el año que viene, sino para muchos años'. Eso me dio más confianza para seguir trabajando", rebobinó Thomas a EFE. La segunda temporada, 2016-17, fue también parecida. Entre las dos disputó 46 encuentros, aunque sólo 16 de titular.
También recibió los consejos de Gabi Fernández, el capitán entonces del Atlético, también procedente de la cantera y que también se debió marchar primero para volver y triunfar después; Tiago Mendes, cuya experiencia, fútbol y visión eran indiscutibles, o Filipe Luis. "Tranquilo. A nosotros también nos ha costado".
"Y pensé: si a ellos les ha costado antes de estar jugando todo ahora, por qué no puedo hacerlo". Lo hizo. Previa conversación con Diego Simeone en el verano de 2017. Le dijo que necesitaba jugar y que, si su protagonismo iba a ser similar al de cursos anteriores, prefería salir cedido para buscar minutos y luego volver al club.
"Él me dijo: 'No. Ahora el equipo te necesita más, porque no podemos fichar'". Thomas jugó 50 partidos en 2017-18, 42 de inicio, y 42 la pasada campaña, 32 de titular, aunque aún le faltaba ese rol transcendente que también da ser el elegido en el once en los grandes partidos; una consolidación hoy por hoy indudable.