Parece que ha pasado una vida y sólo ha pasado un mes. Hace 31 días, el pasado 11 de marzo de 2020, el Atlético de Madrid viajaba a tierras inglesas en busca del billete a cuartos de final de la Champions League. Tenía al campeón en frente, al todopoderoso Liverpool, pero también un 1-0 de ida en el Metropolitano que le daba ventaja en la eliminatoria. El partido fue agónico, acabó de forma heroica y estuvo plagado de sufrimiento, características previsibles en el cuadro rojiblanco. Lo que pocos podían prever es que aquel encuentro de Anfield sería el último de un equipo español antes del parón por la crisis del coronavirus.
Después vino la nada, en cuanto a fútbol se refiere. El presidente del Getafe CF se negó a viajar a Milán para jugar ante el Inter y el Sevilla FC no pudo desplazarse a Roma, aunque sí se disputaron el jueves los otros seis encuentros de la Europa League. El Atlético de Madrid, a la postre, había sido el último equipo español en jugar un partido oficial. Y Álvaro Morata, el último en marcar un gol.
Aquella noche en Anfield quedó para el recuerdo. Un gol de Saúl Ñíguez en la ida del Metropolitano, 1-0 y a la guerra ante el Liverpool. Un Liverpool inexpugnable, un Liverpool al que le parecían surgir ciertas dudas desde que cayera en aquel encuentro de ida de octavos de final. Pero un Liverpool, a su vez, que en Anfield asustaba y avallasaba.
Y allá fue el Atlético de Madrid, que empezó bien el partido pero fue sucumbiendo con el paso de los minutos y dando pasos atrás. Jan Oblak empezó a hacerse gigante, pero Wijnaldum, justo antes del descanso, igualó la eliminatoria. No se movió el marcador en la segunda mitad, donde el equipo de Diego Pablo Simeone se quedó sin ideas en ataque y donde Jan Oblak pasó de gigante a muro. Salió vivo tras 90 minutos, que no era poco.
Llegó la prórroga con todo por decidir y marcó el 2-0 Firmino en el 94'. Pero no tardó en reaccionar el Atlético de Madrid de la mano de un héroe inesperado: en el 97', Joao Félix aprovechó un error de Adrián Sanmiguel para asistir a Marcos Llorente, que se perfiló desde la frontal y la puso al palo largo. Era el 2-1, un grito en el silencio de Anfield y una bombona de oxígeno para el cuadro rojiblanco, que dinamitaba la eliminatoria.
Aún tuvo tiempo Marcos Llorente en el descuento de la mitad de la prórroga para hacer el 2-2 y poner al Atlético de Madrid con pie y medio en cuartos de final. Otro derechazo ajustado al palo, esta vez tras una gran carrera de Álvaro Morata. El Atlético resistió a otro asedio en la segunda mitad de la prórroga, ya ante un Liverpool tocado en lo anímico, y el propio Morata aún tuvo tiempo de marcar el 2-3 en el 120'+1'. El gol del cojo, pues andaba lesionado. Y a pase de Marcos Llorente, que recordará por siempre aquella noche en la que el Atlético de Madrid doblegó al campeón de Europa.