Poco pan para tanta comida: el problema de Simeone que no oculta la victoria

Debería de estar tipificado como delito criticar a Diego Pablo Simeone para cualquier amante del fútbol. Y yo no lo voy a hacer. Lo logrado con el Atlético de Madrid en sus ya muchas temporadas como técnico rojiblanco hacen que tenga un gran crédito, pero todo ello no impide comentar y analizar cuándo, porqué y en qué se equivoca el Cholo. Aunque le salga bien.

Y ante el Real Valladolid, con siete cambios con respecto al último once inicial, quedó clara una cosa: el Atlético de Madrid tiene una plantilla muy corta para sus tan elevadas ambiciones. Es una afirmación osada, lo sé. También sé que Simeone es capaz de conseguir la clasificación para la Champions e incluso llegar a la final de esta competición sino ganarla, pero la sensación es que la dirección deportiva esta temporada ha errado más que acertado y que Simeone tiene culpa en todo ello.

Manu Sánchez ocupó el lateral izquierdo porque Renan Lodi no tiene sustituto, Thomas Lemar fue titular cuando hace tiempo que agotó el poco crédito que le quedaba, Mario Hermoso demostró que está lejos de ofrecer el nivel esperado para un central que ha costado 20 millones de euros y Koke y Saúl comenzaron desde el banquillo no ofreciendo sus sustitutos -ni de cerca- las mismas garantías. La victoria final no debería de ocultar que son pocos los futbolistas en los que Simeone puede confiar para hacer rotaciones en una temporada atípica que las exige.

Puede parecer ventajista, porque al Cholo también le ha salido muchas veces bien, pero lo cierto es que muchas de las posiciones no están todo lo bien dobladas que deberían para afrontar del mejor modo el exigente tramo final de temporada que resta.

Y es culpa de Simeone porque él mismo ha demandado no tener plantillas amplias. Lo ha hecho en numerosas ocasiones y la dirección deportiva ha acatado -como no podía ser de otra forma- sus consignas.

Sólo un error infantil de la defensa vallisoletana permitió al equipo rojiblanco vencer ante un rival claramente inferior en todos los niveles y matices posibles y que se permitió el lujo de cambiar hasta ¡nueve! piezas de su último once siendo los futbolistas que entraron habituales suplentes -incluso tres debutaban en este partido-.