La final a ocho de la Liga de Campeones en Lisboa enfatiza el examen constante de Diego Costa, hoy mucho más indudable en el once que en los números o en los goles y con un desquite pendiente con la máxima competición europea desde la final de 2014 en Lisboa, pero también con su segunda etapa en el Atlético de Madrid, aún lejos del nivel que asombró a Europa hace seis años, mermado por las lesiones en los dos últimos cursos y relanzado en la actualidad por el regreso a la competición y la confianza inalterable en él del argentino Diego Pablo Simeone.
Ocho minutos duró en la final de la Liga de Campeones de 2014, fuera de combate por una lesión de la que intentó recuperarse por todos los medios -incluso el día antes hizo cambios de ritmo de un lado a otro del campo en la última sesión previa al duelo en el estadio del Benfica-, pero cuya realidad fue evidente en la primera pugna por la pelota; en el partido decisivo de los octavos de final contra el Juventus de la pasada temporada fue baja por sanción, después de su tremenda puesta en escena en el duelo de ida; y en Liverpool, esta misma campaña en el duelo de vuelta de esa misma ronda, completó un partido irrelevante, reemplazado por Marcos Llorente antes de la hora de encuentro.
Goleador once veces en 34 encuentros en la máxima competición europea, entre el Atlético (nueve dianas) y el Chelsea, el caso es que ocho de ellas se concentran en el mismo ejercicio, en aquel impactante 2013-14, con unas cifras tan formidables como el liderazgo que ejerció en el conjunto dirigido por Simeone, indispensable para alcanzar la final de Lisboa frente al Real Madrid. Pero después sus tantos han sido esporádicos, demasiado para un goleador de la talla del internacional español: en sus últimos 25 duelos en este torneo, nada más ha batido en tres ocasiones el marco rival. Ninguna en esta temporada.
Necesita una reivindicación. Un partido indiscutible. Han sido contados desde su vuelta al Atlético: la Supercopa de Europa frente al Real Madrid, cuando lideró el triunfo del conjunto rojiblanco frente al Real Madrid en Tallin con dos goles y el reconocimiento como mejor jugador de aquel duelo, que se remonta a agosto de 2018; la vuelta de las semifinales de la Liga Europa unos meses antes frente al Arsenal en el Metropolitano; o la ida de los octavos de final de la máxima competición continental frente al Juventus, cuando se adueñó de cada balón frente a la defensa turinesa... Y no muchos más.
Son tres ejemplos de su capacidad. De todo lo que puede aportar al Atlético. Y de toda la trascendencia que supone para el equipo en un envite de las características del duelo del próximo jueves frente al Leipzig en el estadio José Alvalade de Lisboa. El perfil ofensivo del bloque alemán quizá exija al conjunto rojiblanco un repliegue en muchos tramos. Y la mejor manera de salir hacia adelante es el mecanismo que tantas veces ha promovido Simeone en duelos de este tipo y con el que tanta destreza demuestra el atacante hispano-brasileño, cuando debe proteger, aguantar, correr o controlar un despeje para facilitar el avance de líneas de todo el bloque. Algo así como hace un año con el Juventus en el Wanda Metropolitano.
Porque Diego Costa será el próximo jueves sí o sí titular en el Atlético, a juzgar por todas las pruebas que ha hecho Simeone. "Después del regreso viene mostrando su mejor versión en intensidad, agresividad, presión, rupturas, espacios para los que vienen desde atrás...", exponía hace unas semanas el técnico, en referencia a una reanudación del campeonato que ha rearmado al ariete: ha sido titular en seis de las últimas once citas de LaLiga Santander, en las que ha aportado más goles, tres, y las mismas asistencias, dos, que en los 19 partidos anteriores, cuando sólo había anotado dos tantos entre todas las competiciones. Y uno de penalti.
Aunque aún está a una considerable distancia de la determinación de su primera época de rojiblanco, sobre todo de aquella campaña 2013-14, en la que rompió todos sus registros personales para liderar la Liga y la clasificación para la final de la Liga de Campeones del Atlético, su momento actual es el más reconocible desde su vuelta en septiembre de 2017 al equipo entrenado por Diego Simeone, que tanto insistió en su regreso, aunque su debut se demoró hasta enero de 2018.
Desde entonces ha jugado 70 de los 127 encuentros oficiales que ha disputado su equipo, con 17 goles y 12 asistencias. Un tanto cada cuatro partidos de media. En su primera etapa, con 64 dianas en 137 duelos, su promedio era el doble de mejor: un gol cada dos choques.
Frenado por dos lesiones importantes -una operación en el quinto metatarsiano del pie izquierdo le mantuvo trece duelos de baja la pasada temporada y una hernia discal cervical le ha apartado de dieciséis choques este curso- más unas cuantas dolencias musculares y la sanción de ocho partidos que le impuso el Comité de Competición en la pasada campaña por su expulsión con el Barcelona en el Camp Nou, no ha encontrado la regularidad ni física ni técnicamente desde su anhelado reencuentro con el Atlético, después de tres años en el Chelsea.
"Cuando estuvimos parados por el virus aproveché para coger tono, para mejorar, para estar mejor físicamente y no dejar el tiempo pasar. Dentro de las dificultades tienes que aprovechar y sacar las cosas buenas. Me preparé para volver, poder jugar partidos y no sufrir lesiones, porque había muchos partidos seguidos uno detrás de otro. Quería volver bien y que pudiera tener una secuencia para poder coger tono físicamente, que era lo que venía buscando un tiempo desde que he vuelto", apuntó en la página web del club el pasado jueves.