"Me dolía el corazón en el primer tiempo", expuso Diego Pablo Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid, después de la heroica victoria de empuje y ambición ante el Valencia CF, con la que el conjunto rojiblanco reencontró la fe, relanzado por su segunda parte, más cualitativa en carácter que en juego, para sostener la cuarta posición y recomponer la credibilidad a un mes de la Liga de Campeones, de nuevo con una reacción cuyo origen data el equipo en el descanso, mientras espera que sea un punto de inflexión.
"¿Qué sentí? Que es maravilloso el lugar donde estoy, que cada vez que uno le ve que se está yendo lo quiero agarrar más fuerte", reflexionó Simeone, aliviado ante la peor crisis que ha sufrido en una década el conjunto rojiblanco, sin solución hasta ese momento a la dinámica que reducía casi a la nada a su equipo, ganador nada más de seis de sus últimos 19 partidos hasta este sábado, cuando se rebeló contra las circunstancias y un 0-2 en contra para transformar un desastre en un impulso cuya fuerza debe determinarla en el futuro el propio Atlético.
"Llegamos al entretiempo en la desesperación, la ansiedad y la tristeza de lo que nos estaba pasando. Hablamos con mucha tranquilidad y diciendo que hay maneras de perder, que si teníamos que perder teníamos que hacerlo con orgullo, con valentía, jugando, yendo para adelante y que, si hacíamos un gol, la gente nos iba a llevar a lo que pasó", explicó Simeone, cuyo equipo altera la inercia: ha ganado siete de los últimos nueve puntos en juego, cuando hasta este domingo había sumado nada más cuatro de los 18 más recientes en el torneo.
Primero con el gol de Matheus Cunha, a la hora de partido, y con las ganas que le propuso a cada ataque, por encima de su juego, pero sobre todo con la personalidad y el liderazgo que demostró Yannick Carrasco (un paso adelante transcendente para un extremo como él, tan importante en el esquema de Diego Simeone), acompañado de Ángel Correa, como ya surgieron el pasado curso en el tramo final para propulsar al campeón de la Liga: entonces, en las ocho jornadas últimas, participaron uno, otro o los dos a la vez en 14 de los últimos 16 goles del campeón de LaLiga Santander.
Este sábado fueron los motores de un equipo que, ya en el tramo final, empató con el 2-2 de Correa en el minuto 91 y ganó con el 3-2 de Mario Hermoso, señalado en los dos goles rivales en el primer acto, para culminar la remontada en el 93 entre la apoteosis de la afición del Wanda Metropolitano, que incluso vive con naturalidad remontadas de este tipo del conjunto rojiblanco a las órdenes de Diego Simeone, de las que hay algunos ejemplos en los últimos tiempos.
Porque no es nuevo tal impulso. Por ejemplo, aquella famosa conversación en la pausa de hidratación surgió la pasada campaña la remontada contra el Osasuna (2-1) en los instantes finales de la última jornada de LaLiga Santander, cuando anotó dos goles que valieron el título que después culminó en la cita final en el estadio nuevo José Zorilla de Valladolid.
De sus últimas 23 victorias en LaLiga Santander, entre la pasada campaña de la que fue campeón y el sinuoso recorrido que ha seguido en la actual, ocho triunfos fueron frente a marcadores adversos. Al 1-2 en Valladolid y al 2-1 a Osasuna en las dos citas finales del anterior curso, se añaden tres marcadores más de la pasada Liga: 2-1 al Athletic Club, 3-1 al Valencia y 1-2 al Eibar. En el presente ejercicio, tres de diez: 1-2 al Espanyol, 1-2 al Getafe y el 3-2 de este sábado al Valencia.
En la contabilidad de los puntos crece tal dependencia de las remontadas o al menos para empatar algún resultado adverso: un tercio de sus puntos totales de esta Liga, 12 de 36, fueron igualando o superando un marcador en contra. Aparte de los tres citados triunfos también ocurrió en el 2-2 a la Real Sociedad, con un 0-2 en contra, y en sendos 2-2 contra el Villarreal, con 0-1 y 1-2 en contra en el Wanda Metropolitano, y con el 2-1 en el estadio de la Cerámica. "Somos los del segundo tiempo", recalcó Simeone tras imponerse al Valencia.
"Está pasando esta temporada. Hay un Atlético que nadie queremos, que nadie quiere, y luego otro que todos queremos ver, el que salió campeón", dice José María Giménez, que expone que tal diferencia no es porque no esté "bien físicamente" su equipo, o que "no tenga fútbol", sino por convicción... O exceso de confianza: "Pensando como ha sido esta temporada, veo una pequeña relajación respecto a la anterior. El equipo el año pasado empezaba el partido y mordía. Y éste se ve un Atlético con grandísimos jugadores, que en algún momento vamos a ganar, pero para ganar hay que generar algo, ser contundentes, defender bien...".
El triunfo ante el Valencia es reconfortante, pero incluye muchos matices, casi todos enfocados en la primera parte, en los errores repetitivos, insistentes, groseros, que comete el Atlético ya casi habitualmente cada encuentro (le pasó en los dos últimos duelos ante la Real Sociedad y el Athletic además del Valencia y le había sucedido antes frente al Granada, el Sevilla, el Real Madrid, el Mallorca, el Milan... En ese tramo sufrió siete derrotas en trece encuentros y en seis de esos choques encajó dos goles), que señalan a sus jugadores, a su estructura y a su línea de atrás, vulnerable como nunca con Simeone, pero también en el volumen de juego, en su capacidad en el centro del campo, en sus ideas ofensivas y sus ocasiones, más por empuje que fútbol.
"Hay que creerse que es un punto de inflexión. Hay que meterlo en la cabeza, que se refuerce esta situación, no que se diga 'ya está', que el partido que viene lo vamos a ganar con la camiseta puesta. Es un punto que necesitas agarrarlo para levantarse anímicamente y cada uno de nosotros fortalecernos para ayudar al equipo", enfatizó Giménez, consciente de que ya se ganó en Oporto -y se habló de lo mismo- pero no viró su trayectoria, porque después perdió consecutivamente contra el Real Madrid, el Sevilla y el Granada.
Y porque, ya con 30 partidos disputados en esta temporada, ni Simeone, que promovió en las horas previas al duelo de este sábado el mejor escenario para sus futbolistas en medio de la crisis, con el llamamiento a la unión de la afición en la rueda de prensa, ni su equipo han encontrado aún regularidad: el Atlético de Madrid no ha logrado encadenar más de dos triunfos en toda la temporada entre todas las competiciones ni en la Liga en concreto.
Son defectos por corregir, tan urgentes para el Atlético, que tiene dos semanas para afinar sus mecanismos, hasta el próximo 6 de febrero contra el Barcelona en el Camp Nou. "Esto nos va a dar la oportunidad de aprender. Se vieron dos facetas totalmente opuestas en este año irregular de lo que nos esta sucediendo", apuntó Simeone.
Será entonces, en los próximos encuentros, cuando ya tendrá disponibles a todos sus lesionados actuales (a Antoine Griezmann y Marcos Llorente, tan cruciales para él, además de Geoffrey Kondogbia), cuando Stefan Savic ya esté listo para entrar en competición y, sobre todo, cuando verificará qué ha supuesto realmente su reacción ante el Valencia. Si ha valido para algo más que una noche de euforia o para mantener puntualmente la cuarta posición. O si ha sido de verdad el punto de inflexión que persigue el equipo desde hace mucho tiempo. Mientras, asoman en el horizonte la Liga de Campeones, el Manchester United y Cristiano Ronaldo. Queda un mes justo. Y mucho todavía por demostrar.