El Atlético de Madrid ha metido la manita en Zorrilla. Una manita engañosa, pues el partido empezó y acabó en goleada pero tuvo un tramo intermedio de mucho sufrimiento para el equipo de Diego Pablo Simeone. Un equipo que se marcha de Valladolid con buenas y malas noticias.
En primer lugar, lo bueno. La actuación colosal de José María Giménez, que asistió a Nahuel en el primero, marcó el segundo y se marchó un partidazo a nivel defensivo, que es lo más importante. Imperial por arriba, imperial en los cruces. Así sí.
También sigue en racha Antoine Griezmann, con otras dos asistencias más a sus estadísticas, a pesar de que alguno intente restarles. Lleva cuatro en los dos últimos encuentros poca broma. Y no hay racha, pero Memphis Depay volvió marcando un golazo y los cambios, por fin, volvieron a ser determinantes, pues entre el neerlandés y Correa sentenciaron al final el encuentro.
Pero también deja algunas dudas en el aspecto negativo. En la portería, donde Ivo Grbic tuvo una actuación bastante dubitativa, sin trasmitir seguridad, más allá de que poco pudo hacer en los dos goles. La baja de Jan Oblak se está alargando y su sombra, también.
Y en el aspecto negativo, también hay que resaltar el flojo rendimiento del mediocampo. Koke estuvo muy impreciso, cometiendo demasiadas pérdidas peligrosas a lo largo del encuentro. Tampoco ayudó Thomas Lemar, desapercibido tras las dos duras entradas de Monchu. Kondogbia regaló una pelota nada más entrar, Saúl casi comete el penalti del 3-3 y la medular en definitiva, dejó serias dudas en Zorrilla.