No protagonizó el Atlético de Madrid un mercado con muchos gastos ni con muchas caras nuevas. Firmó libres a Soyuncu o Azpilicueta y apenas gastó 5 millones de euros en Javi Galán. Lo que nadie esperaba a finales de verano, sobre todo cuando se cerró la salida de Carrasco ya en el mes de septiembre, es que el mejor fichaje de Diego Pablo Simeone ya estaba en casa.
Hablamos de Samuel Lino, que en cuestión de un mes se ha convertido en una pieza clave en los esquemas rojiblancos. El adiós de Yannick dejó un vacío en el carril zurdo y Simeone ya avisó de que tenía tres opciones: Riquelme, Javi Galán o Lino.
Carrasco había sido titular en las tres primeras jornadas, pero ya no estaba en el cuarto duelo ante el Valencia. Era la hora de la verdad. Simeone apostó por Riquelme de titular y por Javi Galán en la segunda mitad, pero le salió realmente mal. A partir de ahí, llegó la oportunidad de un Lino que se ha afianzado en las últimas semanas.
Lino fue titular ante la Lazio, el Real Madrid y Osasuna de manera consecutiva. Rotó frente al Cádiz y volvió a adueñarse del costado zurdo frente al Feyenoord y la Real Sociedad. El resultado, excelente: un gol y dos asistencias en esa racha de seis partidos consecutivos, en los que fue titular en cinco de ellos.
Pero más allá de los números, la sensación con Lino es que se ha adaptado de maravilla a las exigencias del equipo. En una demarcación complicada, Samuel se ha dedicado a trabajar, y a aprender conceptos defensivos, a bascular, a defender, a lanzar al equipo al ataque, a encontrar el último pase. A asistir y a marcar. Y, en definitiva, a ser decisivo en un equipo que necesitaba un perfil del suyo.
Lino llegó al Metropolitano hace un año por sólo 6,5 millones de euros procedente del Gil Vicente portugués. Su cesión al Valencia le sirvió para crecer y ahora se ha convertido, de manera quizá inesperada, en el mejor fichaje de este Atlético de Madrid.