Hecha la ley, hecha la trampa. La llegada de la famosa 'Ley Bosman' en 1995 revolucionó los mercados de fichajes, permitiendo la libertad de movimiento de los jugadores. Aún así, en LaLiga se estableció un cupo máximo de tres jugadores extracomunitarios en cada plantilla. Un cupo que todos los clubes están obligados a cumplir, pero para el que se ha encontrado el resquicio de las dobles nacionalidades. El Atlético de Madrid.es uno de los grandes protagonistas en este sentido, pues tiene hasta diez jugadores que no nacieron en la Comunidad Europea en sus filas, pero sólo dos ocupan plaza extracomunitaria.
En términos formales, el equipo de Diego Pablo Simeone sólo cuenta con dos jugadores extracomunitarios: Nahuel Molina (argentino) y Samuel Lino (brasileño). En términos prácticos, hay hasta diez jugadores que juegan en selecciones no europeas, pero ocho de ellos no computan como tal.
Argentina reina entre los jugadores no europeos del cuadro rojiblanco. Nahuel sí cuenta como extracomunitario, pero hay cinco jugadores que tienen doble nacionalidad: Juan Musso (italiana), Rodrigo de Paul (italiana), Ángel Correa (española), Julián Álvarez (italiana) y Giuliano Simeone (italiana). Todos ellos, por cierto, están convocados con la selección.
De hecho, Giuliano nació en Roma, lo que le permite tener esa doble nacionalidad, pero el delantero, como toda su familia, se considera argentino y juega con la selección Albiceleste.
José María Giménez nació en Uruguay, pero también tiene nacionalidad española, mientras que Conor Gallagher es inglés pero también tiene pasaporte irlandés (los ingleses ya no cuentan como europeos desde el Brexit).
Por último está Reinildo Mandava, que es de Mozambique pero no cuenta como extracomunitario gracias al Acuerdo de Cotonú. Un tratado de intercambio comercial y laboral firmado en el año 2000 entre la Unión Europea y 78 miembros entre los que se incluyen muchos países africanos que permite al central no ocupar plaza extranjera.