Llegó el peor partido de la temporada del Cádiz en el peor momento. El equipo de Claudio cayó contra el Murcia en un choque donde nunca se encontró a gusto, ofreciendo una pobre imagen ante un público que bastante tenía con aguantar la lluvia y el frío.
El partido comenzó con un primer susto cadista. Una buena combinación entre Fran Machado y Hugo concluyó con un centro de éste muy peligroso, despejado in extremis por la zaga del Murcia cuando ya Wilson Cuero se relamía para rematar a puerta vacía.
Bastó que el balón echara a rodar para comprobar que en esta ocasión el rival era inquietante, nada que ver con las últimas visitas al Carranza. En cuanto que el Murcia recuperaba la pelota en el centro del campo se veía que tenía jugadores con criterio para llegar con peligro a la meta de Alberto Cifuentes.
Al Cádiz le costaba mucho tener la pelota. Kike Márquez no intervenía y casi todo eran balones divididos o pelotazos que casi siempre acababan con despejes sencillos para la zaga del Murcia. Para colmo, a los 10 minutos empezó a llover con fuerza. Si a todo eso le unimos la baja de Güiza, la cosa pintaba mal.
Aunque sin peligro, el balón pasaba más tiempo en el campo del Cádiz. No hay circulación clara y los centrales se empeñaban en conectar con la gente de la media punta con balones bombeados, algo que estaba condenado al fracaso desde un primer momento.
Los peores augurios se confirmaron en el minuto 22, cuando el Murcia se adelantaba por medio de Azkorra. Un balón al segundo palo de una falta lateral no fue despejado por nadie del Cádiz y Azkorra marcó en un segundo intento, después de haberse encontrado con la madera inicialmente. El más difícil todavía en una tarde que había comenzado francamente mal.
Los nervios se apoderaron del equipo cadista en los minutos siguientes. Imprecisiones, malos controles, siempre llegando tarde… era la tónica constante. A la media hora se produjo una acción de Tomás por la izquierda con un lanzamiento alto que fue algo parecido a una acción de peligro. Un poco de esperanza para un público que no paraba de animar, a pesar de todo.
El Murcia se las sabía todas. No dejaba que Kike Márquez controlara un balón y eso hacía mucho daño. Las combinaciones del resto del equipo estaban llenas de mucha voluntad, pero con muy poco acierto y claridad. Ni una ocasión clara cuando se cumplía el minuto 38, quitando ese buen centro del arranque. Un balance muy pobre en un partido donde tenía que dar un golpe sobre la mesa ante un rival directo.
Garrido lo intentó con varias llegadas, pero sus rematas siempre acababan en las manos de Fernando plácidamente. Realmente el Murcia no era mejor en casi nada, pero iba por delante, tenía oficio y el Cádiz estaba lejos de su mejor versión. Lo mejor era que llegara el descanso cuanto antes para recomponer la cosa.
La segunda parte comenzó con brío, el público animaba de lo lindo y el equipo parecía más enchufado, pero la ocasión más clara la tuvo Carlos Álvarez, que no pudo superar en su salida a Alberto Cifuentes, que evitó el 0-2 de manera providencial.
Pasaban los minutos y el Cádiz no terminaba de generar juego como para crear peligro. Claudio había metido en el campo a Lolo Pla en el lugar de Hugo para tener más llegada, pero siempre faltaba el último pase o la decisión para rematar en el momento adecuado. El Murcia estaba relativamente cómodo en el campo, a pesar del acoso cadista.
Cuando faltaban unos veinte minutos, desde la grada no se sabía ya si seguir animando o si empezar a silbar. El gas del equipo en el inicio de la segunda parte se había ido diluyendo y al Murcia le bastaba con estar ordenado para no pasar apuros, e incluso salir con peligro a la contra. Kike Márquez, desesperado, abusaba del individualismo buscando soluciones.
Era un ejercicio de impotencia constante. El Cádiz corría como un pollo sin cabeza, sin criterio y sólo con la esperanza de que algún balón suelto cayera en las botas que se saliera del desacierto generalizado. No aparecía Kike Márquez, tampoco Abel Gómez y en esta ocasión tampoco se contaba con la ayuda de los laterales.
Pero el fútbol siempre concede alguna oportunidad y la tuvo Lolo Pla en el minuto 84. Recibió un buen pase de Alberto Quintana y dribló a Fernando en su desesperada salida, pero su remate se marchó al lateral de la red cuando ya se cantaba el gol en medio estadio. Fue un espejismo porque el Cádiz ya no volvió a crear peligro en el tramo final.
Una derrota dolorosa por ser contra quien es y porque muestra un Cádiz preocupante. Sin ideas, sin recursos y sin capacidad de reacción. Sólo es un primer tropiezo, pero no está el grupo para fallar contra los que buscan el mismo objetivo.