Tradicionalmente, el Cádiz era el equipo que encajaba los goles en los minutos finales y el que terminaba echando por tierra el buen trabajo de los partidos por accidentes de última hora. Pero en esta campaña está pasando lo contrario: han sido varios los encuentros en los que los amarillos han tenido recompensa in extremis.
La primera vez en la temporada en la que la suerte le sonrió en esos minutos finales fue ante el Numancia. Garrido marcaba de cabeza ya en el tiempo de prolongación y daba tres puntos muy valiosos a su equipo. También fue capaz de marcar en Tenerife cuando el tiempo había pasado ya el minuto 92. En aquel caso fue Gorka Santamaría y sirvió para empatar un partido que olía a derrota.
En Córdoba le dio la vuelta al marcador con los goles marcados por Ortuño y Aitor en los minutos 83 y 88, respectivamente, y en Elche la firma de la victoria la ponía Güiza en el minuto 89. Y en este ocasión fue en el minuto 85 cuando Aitor le daba la puntilla a un Almería que ya se veía, como mínimo, sacando un empate del Carranza.
Esto, lógicamente, no se trata de una simple cuestión de azar. Habla del buen estado de forma de un equipo que es capaz de hacer daño a sus rivales en los momentos en los que el partido agoniza y es una señal clara de la ambición de un equipo que no se conforma con lo que tiene. Todo ello unido a la fortuna hacen que el Cádiz esté donde está.