El Cádiz regresó de vacío de su visita a Tenerife. Vacío, en todos los sentidos. Los amarillos no pudieron sumar nada en el Heliodoro, dejaron una pobre imagen ante un rival en similares condiciones y lo que es más preocupante, siguen demostrando una tremenda laguna en el apartado goleador, no muy lejana a la del pasado curso pero si en cuanto a rentabilidad se refiere.
Cuatro goles en siete partidos disputados no es un buen bagaje. Con estos números, el Cádiz sólo ha podido sumar seis puntos en este inicio liguero, que transcurre cargado de irregularidades. Lo curioso es que la temporada pasada, la diferencia en el apartado goleador era mínima, tan solo uno más, pero su rentabilidad fue mucho mayor.
Tras las primeras siete jornadas transcurridas en la temporada 2017/18, el equipo era octavo con 11 puntos, igualado con las plazas de play off y rodeado de una buena armonía fruto de su buen hacer. La diferencia entre un año y otro puede estar en la convicción, en la espiral positiva en la que se encontraba sumido el cuadro de Cervera.
Pese a que en la séptima jornada el Cádiz ya acumulaba tres semanas sin ganar ni marcar, el equipo ya había conseguido sumar tres triunfos y coger un cómodo colchón de puntos, que le permitió afrontar una mala época de resultados con algo de garantía y encauzar el sendero con mayor facilidad.
Este año, los amarillos sólo supieron mantener el resultado en la jornada inaugural ante el Almería, el punto sumado en Soria y el rescatado en Albacete.
Ante esta falta de gol, queda claro que los delanteros del equipo necesitan un giro de tuerca. Romera sí ha visto portería, algo que todavía no han hecho ni Carrillo, ni Lekic ni Mario Barco, que es quien más oportunidades ha disfrutado para ello.
El Cádiz y el cadismo ya se armaron de paciencia para salir de situaciones más complejas. Quizá es lo que necesita para encauzar el camino, un poco de paciencia.