Ver a Darwin Machis celebrando un gol con la camiseta del Cádiz se ha convertido en algo habitual. Desde que llegó a finales de enero y debutara em Oviedo el tres de febrero, el venezolano ha anotado cuatro tantos y se ha convertido en uno de los principales argumentos del ataque cadista.
El jugador cedido por Udinese marcó el lunes su primer gol en el Ramón de Carranza porque anteriormente los había anotado en Oviedo, Alcorcón y Tarragona. Fue una explosión de rabia porque se había producido en un momento muy especial: justo antes del descanso, con una desventaja de dos goles y después de haber fallado una buena ocasión tras un contragolpe llevado por él mismo.
Los números dicen que el venezolano marca un gol cada dos partidos. Cuatro goles en ocho partidos hasta el momento. En los 585 minutos disputados con el escudo cadista en el pecho ya ha dado señales de lo que es capaz y, como comentaba la pasada semana en ElDesmarque, tiene la sensación de que lo mejor está por llegar en cuanto a su aportación individual.
Hasta el momento ya ha demostrado que es capaz de marcar después de una buena combinación como sucedió con Lekic en el Carlos Tartiere, resolviendo una contra tras un pase de Aketxe, con un disparo seco desde fuera del área como se vio en Tarragona y después de regatear a tres contrarios y anotando con la izquierda. Cuatro formas diferentes de devolver la confianza que ha puesto el club en su contratación.
En el partido del pasado lunes a Machis se le echó algo de menos en la segunda parte. El equipo apuró sus ataques en busca del empate por la banda derecha a través de Salvi, probablemente porque el Zaragoza había redoblado esfuerzos para que ni siquiera pudiera recibir el balón. Darle una mayor continuidad a su juego es una de las pocas asignaturas pendientes del vinotinto.
Es momento de que juegue Mario Barco porque lo que puede aportar al equipo es diferente a cualquier otro delantero.