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José Mari: una carrera de obstáculos superados desde la humildad

José Mari, en un partido con el Cádiz (Foto: Cristo García).
Periodista especializado en fútbol y en fichajes

Una de las claves del Cádiz CF guerrero de los últimos tiempos responde al nombre de José María Martín-Bejarano Serrano. El roteño simboliza al Cádiz actual: humilde pero muy competitivo. Llegó al club amarillo el año del regreso al fútbol profesional y sigue siendo una pieza clave para Álvaro Cervera en una demarcación que es esencial en el funcionamiento colectivo. En el club amarillo superó una grave lesión en un ejemplo de una carrera de obstáculos superados desde la humildad.

Los primeros pasos en este mundillo los dio en la UD Roteña, club al que sigue mostrando su apoyo con el paso de los años haciéndose socio cada temporada. Su relación con Rota nunca se ha visto truncada a pesar de haber tenido que marcharse a otras ciudades para prosperar a nivel profesional. Murcia, Jaén, Zaragoza, Valencia e incluso la lejana Denver han acogido a este futbolista de 31 años, que ahora disfruta de su tierra jugando en un club con el que se siente íntimamente vinculado.

Ahora todo parece de color de rosa, pero las cosas no siempre fueron sencillas para José Mari. Uno de sus momentos más complicados los vivió en Jaén, donde se pasó una temporada completa sin cobrar. En lugar de tirar la toalla se refugió en su gente. Sus padres le preparaban comida y su novia, que hoy es su esposa, se la llevaba desde Rota a Jaén para que no le faltara de nada en unos momentos muy complicados. Eran los primeros años de esta década y no estaba muy claro qué iba a ser de él.

Sin embargo, su trabajo le llevó a dar el salto al Zaragoza. Inicialmente iba para jugar en el filial, pero después de hacer una gran pretemporada cumplió su sueño de debutar en LaLiga Santander el 20 de agosto de 2012 con el Real Zaragoza, día en que Manolo Jiménez le hizo jugar ante el Valladolid en La Romareda.

Desde entonces siempre estuvo entre el primer y el segundo escalón del fútbol, incluyendo una aventura en el extranjero, concretamente en el fútbol de Estados Unidos. Nada de eso le hizo cambiar su forma de ser y cada verano sigue yendo a Rota a ayudar a su padre a trabajar en el campo. José Mari sigue sintiendo el espíritu humilde de ese chaval que salió de su pueblo con la máxima ilusión para alcanzar las cotas más altas. Ya sabe lo que es jugar al máximo nivel y ahora le falta hacerlo con la camiseta del Cádiz.

Para conseguirlo se cuida al máximo y es uno de los aspectos en los que más hace hincapié en su tiempo libre, donde la prioridad absoluta es disfrutar de su familia. La vida de un profesional que valora lo que tiene porque sabe cuánto le ha costado llegar hasta aquí.

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