Hijo de futbolista y nieto de boxeador, estaba claro que lo de Jon Ander Garrido iba a ser el deporte. El jugador del Cádiz CF ha llegado muy lejos vistiendo la camiseta amarilla después de haberse formado en Algorta, su pueblo natal. Es un vasco de pura cepa que disfruta del sur, donde ha sido muy bien acogido por ser una persona cercana. Y aquí ha conseguido triunfar en el fútbol.
Siempre fue un enamorado de su pueblo y probablemente nunca se planteó que su porvenir iba a estar a mil kilómetros, pero el destino quiso que fuera en Cádiz donde terminara triunfando ese chico al que se le daba tan bien el deporte desde pequeño. En el Colegio Azkorri comenzó a despuntar, más en el deporte que en los propios estudios en aquellos primeros momentos, sólo porque ponía más interés en lo primero que en lo segundo. En su etapa alevín llegó a estar dos temporadas completas ganando todos y cada uno de los partidos jugados.
Los que siguieron sus primeros años en el mundo del fútbol recuerdan que hasta juveniles no había destacado de una manera llamativa. Cuando físicamente alcanzó su punto más alto ya empezó a marcar diferencias con ese despliegue que tanto valora Álvaro Cervera. En su tiempo libre practicaba algo de skate, pero llegó un momento a los 15 años en el que se centró en el fútbol viendo las secuelas que dejaba esa afición.
Los mejores consejos le llegaron de casa. Su aita (padre en euskera), Rafael Garrido, había formado parte del mítico Arenas de Getxo, aunque no a nivel profesional. Jon Ander siempre fue muy familiar y tiene otro referente en Xabier, su hermano mayor y bombero de profesión. En su casa siempre le inculcaron que había que conseguirlo todo desde la humildad y por eso mientras que era jugador del Barakaldo trabajaba en una empresa de ingeniería gracias a sus estudios de FP de Desarrollo de Proyectos Mecánicos.
Eso fue antes de que se cruzara el Cádiz en su camino. Ahora acaba de renovar por tres temporadas y se siente muy identificado tanto con la capital gaditana como con El Puerto de Santa María. En su tiempo libre le gusta pasear a sus perros y también suele encontrar huecos para los videojuegos. Como aficionado del Athletic se quedó con las ganas de jugar en el viejo San Mamés y puede que la próxima campaña visite el nuevo San Mamés en LaLiga Santander para quitarse el mal sabor de boca de lo acontecido en un play off de ascenso para el olvido.