Dicen que la actual selección española es de perfil bajo. En la semana en la que David Villa ha anunciado su retirada, el equipo nacional ha visitado Cádiz para darse un gustazo contra Malta en esa buena costumbre de llevar el caramelo del fútbol de elite a ciudades que no disfrutan de ello con frecuencia. De la nómina de futbolistas que hizo historia hace no mucho van quedando muy pocos y Sergio Ramos es el que más interés suscita.
El camero fue homenajeado en los momentos previos a la disputa del encuentro por ser el jugador con mayor número de internacionalidades vistiendo la camiseta roja. También había sido el protagonista en la previa del partido compareciendo ante los medios y su nombre era coreado por el público gaditano como la señal de que es el superviviente de tiempos gloriosos.
Todos los presentes esperaban que llegara uno de sus goles, aunque fuera de penalti, porque era como cerrar el círculo ideal en una noche en la que el Carranza hacía la ola y festejaba la presencia de Manolo el del bombo. Tampoco faltaba la presencia de René Ramos, el hermanísimo, que le daba glamour a unos prolegómenos marcados por la presencia de muchas caras conocidas. Al final Ramos no marcó y se marchó a la hora de partido ante una atronadora ovación.
A falta de un rival de enjundia, fue una noche de momentos. Muy especial el del gol de Santi Cazorla antes del descanso. Ese futbolista al que un día le dijo un médico que se podía dar por satisfecho si volvía a caminar por el jardín con su hijo, levantaba los brazos para celebrar algo que era mucho más que un gol. Simbolizaba el premio a la constancia, no rendirse ante las adversidades por muy negro que sea el panorama.
Pensar en un España-Malta es hacerlo en goles y épica. En esta ocasión hubo de lo primero gracias a la savia nueva puesta sobre el verde por Robert Moreno. Se produjeron estrenos particularmente vistosos como los de Pau Torres y Santi Olmo, que llegaron y besaron el santo. Para que nadie se sintiera olvidado, la afición gaditana animó con algo de guasa a Pau López, inédito en el partido, cuando le llegó un balón allá por el minuto 75. También hubo oles a los malteses en las pocas ocasiones en las dieron tres pases seguidos.
Había que entretenerse con algo ante una selección que cumple otra clasificación casi inmaculada, pero que despierta dudas de cara a partidos de auténtico nivel.