"Yo estaba en casa olvidado sin entrenar y vine aquí con una oportunidad en un equipo importante". Así se sentía Álvaro Cervera cuando llegó al Cádiz en 2016. El club lo había rescatado de cierto ostracismo después de salir del Tenerife, pero el favor fue mutuo porque de la mano de Cervera el club gaditano ha alcanzado cotas inimaginables en su momento.
Desde un primer momento se vio que el entrenador era capaz de sacar el máximo provecho de lo que tenía. Cogió un equipo a la deriva y fue capaz de lograr un ascenso que parecía impensable a base de formar un bloque sólido en el plano defensivo.
Fue su primer gran éxito y cabía la pregunta de si ese estilo valía también en LaLiga SmartBank, ante otro tipo de equipos. Y la duda quedó resuelta muy pronto porque en su primera campaña en la categoría de plata ya disputó el play off de ascenso y sólo la mala suerte y las malas decisiones arbitrales impidieron que llegara más lejos en su enfrentamiento con el Tenerife.
Su carisma fue calando entre el cadismo, que empezó a valorar la importancia de tener un entrenador que no negociaba el esfuerzo y que hacía que el Cádiz estuviera peleando contra cualquiera. El peligro de regresar a Segunda B quedaba lejos.
Con el paso de las temporadas, el equipo se confirmaba como un rival incómodo para cualquiera y aunque en las segundas vueltas bajaba su rendimiento, tenía un sello de identidad propio. Así, hasta que en esta campaña se ha confirmado como el gran dominador de la categoría, por delante de clubes con presupuestos mucho mayores.
Su renovación ha sido uno de los culebrones de la temporada, pero finalmente las partes llegaron a un acuerdo en el momento más tenso de la temporada. Cuatro años más de contrato para un entrenador que puede demostrar que su método también es válido en LaLiga Santander.