El Cádiz perdió contra el Getafe en un partido trabado y sucio que se decantó por los errores propios. Un fallo de Conan y otro de Jairo dieron la victoria al Getafe, un equipo que confirmó en el Carranza todos esos adjetivos negativos que le acompañan en las últimas temporadas.
Desde el inicio los dos equipos parecían más centrados en no darle ninguna facilidad al rival que a llevar a cabo un plan de ataque determinado. El Cádiz llegaba escaldado de Vigo y no pensaba darle ninguna necesidad a un equipo que estaba en la zona baja, pero con mucho nivel individual y colectivo.
Cervera había puesto a Jairo en la mediapunta por detrás de Negredo y en los primeros momentos su misión parecía hacer daño a la espalda de los pivotes del Getafe para enlazar con la gente de arriba. En los primeros 20 minutos nadie llegó con peligro al área oponente.
El Cádiz buscaba a Negredo para que sus dejadas permitieran la aparición de la segunda línea. Era un partido de poco ritmo y de mucha fricción, algo nada sorprendente estando el Getafe por medio. No estaba pasando casi nada y un fallo de Ledesma costó el primer gol en un disparo de Cucho Hernández que no era imparable, aunque tenía mucha complicación.
Las cosas se ponían muy complicadas porque el rival, acuciado por la tabla, llegaba especialmente mentalizado. Ni una opción para correr al Cádiz y dándole el balón a un equipo que con la pelota lo pasa mal en la mayoría de las ocasiones.
La calidad individual tenía que aparecer para superar el entramado defensivo del Getafe, pero ni Perea ni Álex Fernández estaban especialmente inspirados en el primer tiempo.
La segunda parte comenzó con un escenario muy similar. Un Cádiz sin ideas ante un rival muy ordenado que no se metía atrás. Perea probó por primera vez a Rubén Yáñez en el minuto 51, pero su disparo le salió muy centrado. La respuesta del Getafe casi pone el 0-2, pero Cala lo evitó cruzándose ante un disparo claro de Ángel. Una mala salida del balón provocó otra ocasión. El Cádiz seguía pegándose tiros en el pie.
Iza Carcelén estuvo cerca del empate con un lanzamiento de falta en el minuto 58. La falta la provocó Perea, que en ese momento se había echado el equipo a la espalda con acciones de desequilibrio constante. Quedaban más de 20 minutos y Cervera hacía cambios para tocar el sistema nervioso del equipo.
Pasaba a una defensa de tres centrales formada por Cala, Alcalá y Fali. Salvi y Jairo hacían de carrileros y en el ataque estaban Álvaro Giménez y Choco Lozano. Negredo se fue al banquillo sin tener ninguna oportunidad y su salida del campo no se terminaba de entender.
Cuando quedaba un cuarto de hora el equipo no llegaba al área de Yáñez con la frecuencia deseada. El juego directo no daba resultado y casi todo se fiaba a la magia de Perea, que provocaba faltas y tarjetas amarillas constantes en un rival que siempre jugaba al límite.
El Getafe jugaba a lo que mejor sabe: a ensuciar el partido con sus trifulcas y teatrillos. El Cádiz jugaba a la desesperada y otro error, en este caso de Jairo, propició el 0-2 con el tiempo ya casi cumplido.