El Cádiz CF rompió la racha de tres derrotas consecutivas ante el Real Valladolid en Carranza, pero volvió a mostrar su dificultad para ver portería. Mostró orden, el mismo que ante el Betis, pero en esta ocasión consiguió no encajar. Sin embargo, adoleció de peligro en ataque y los 92 minutos que duró el partido dejaron una amplia sensación de debilidad donde se ganan los partidos.
Empezó con intensidad el partido y con un primer susto cuando apenas había transcurrido un minuto. Weissman estampó el balón en el larguero en la mejor ocasión de la primera parte. Poco después respondió el Cádiz. Lo hizo Negredo, tras un preciso centro de Fali y un remate que se marchó lamiendo el larguero.
Fue lo más peligroso de una primera parte que fue a menos, donde el rigor defensivo y de las línea primó y en que nadie quiso arriesgar. Tan solo otro cabezazo del propio Negredo similar al primero se puede sumar a las únicas ocasiones de los primeros 45 minutos. Mucho orden, poco peligro y todo por decidir para la segunda parte.
La segunda parte fue un espejo de lo que se vio en la primera. Del juego que el Cádiz sabe hacer para tratar de asumir los menores riesgos posibles. Las ocasiones no llegaron y el miedo al error atenazó, sobre todo, al conjunto amarillo. Espino, sobre la bocina, tuvo la más clara con un disparo lejano, pero fue abortado por Masip.
Con este empate, el Cádiz rompe la racha de tres derrotas consecutivas, pero cierra el año sumando cuatro partidos seguidos sin ganar y con la sensación de que hace falta un mundo para marcar. El equipo sigue rondando una zona tranquila de la clasificación, pero esta aprieta cada vez más. 2021 volverá cargado de emoción y, esperemos, que de goles.