El más que decente partido del Cádiz CF en el campo del Villarreal CF no tuvo premio. Principalmente, porque al cuadro cadista lo ha mirado un tuerto...y el VAR. Ante un enemigo de la enjundia del castellonense, la interpretación del árbitro y el VAR de una jugada carente de peligro minó demasiado las posibilidades de igualar o llevarse la contienda. Remando a contracorriente todo el partido, los de Cervera tuvieron opciones. Sin embargo, cuando el choque expiraba, una mano en el área local ni siquiera fue revisada. Sigue la mala suerte cadista, una pesadilla en el regreso a LaLiga Santander que empieza a ser una losa muy muy pesada.
Las opciones de sacar algo positivo de La Cerámica quedaron desvirtuadas desde bien pronto para el Cádiz CF, cuyos sueños de permanencia siguen supeditados a la mala suerte. Cuando apenas se habían disputado dos minutos de juego, un disparo en el área de Dani Parejo que iba camino de embarcarse en la parte alta de la grada tropezó en el brazo de Jonsson. Tras la correspondiente revisión del VAR, el árbitro decretó penalti. Seguramente la regla lo habilite, pero la verdad es que el castigo resulta inusitado para una jugada que carecía de peligro. No se aplicó el mismo criterio en el área contraria al final del choque.
Aun así, no se descompuso el cuadro de Cervera. De hecho, pudo empatar en una jugada de Sobrino que acabó en gol de Jonsson. El cabezazo de Negredo ya se produjo con Sobrino en fuera de juego, por lo que todo lo demás quedó anulado con posterioridad. Tuvo Salvi también la oportunidad en un disparo que se fue arriba. Y Negredo otra franca después de otra buena jugada coral.
Fueron arañazos estériles de un Cádiz que se dejaba someter al dominio y la posesión del Villarreal CF. Los de Emery controlaban el partido teniendo el balón, aunque bien es verdad que sin dañar en exceso la compostura del bloque cadista, bien pertrechado en su propuesta. Pese al ritmo plácido en el que se gustaba el Villarreal, sus muchos argumentos de mediocampo hacia adelante incordiaban la tranquilidad gaditana. Sobre todo uno, Chukuweze, empeñado en volver loca a la defensa por la derecha y alguna vez en la banda contraria.
A cuenta suya llegaron las pocas oportunidades de los locales, que tampoco amortizaban un control no muy incisivo. El Cádiz CF, por su parte, sacaba rendimiento de algún robo y de la penetración por banda, de donde Negredo estuvo a punto de sacar provecho con un cabezazo. Los hombres de Cervera, desgañitado en la grada corrigiendo a los suyos, hicieron lo más difícil: no caer en el desaliento por el tempranero tanto. Ahora quedaba algo tampoco fácil: encontrar el camino para incomodar al Villarreal.
Sin negociar la lucha, el Cádiz CF trato de dar un paso adelante tras el paso por vestuarios. Sin embargo, más que consecuencias positivas, le trajo un par de sustos que Ledesma disipó, especialmente en un cabezazo de Bacca que dio en el larguero. Al cuadro cadista le cuesta la propia vida crear con los mimbres que tiene y los castellonenses seguían viendo pasar los minutos con relativa comodidad.
Jugar a contraestilo implica riesgos cuando te enfrentas a un rival con tanto talento. Y Gerard Moreno hizo uso del que le sobra para dejar que Bacca pareciera dejar el choque sentenciado con el 2-0. No obstante, este bloque de Cervera, aun con sus defectos, rebosa orgullo y tardó un minuto en recuperar sus opciones con el gol de Alex Fernández.
Aún había vida en el corazón cadista. Cervera quemó sus naves con la entrada de Perea, Alejo y Jairo. El partido se adentró en un ritmo mucho más trepidante, con Ledesma empeñado en que la afición utilizara el desfibrilador, tanto por sus paradas como por un control fuera del área que a punto estuvo de acabar con todo.
Perea y Alejo estiraron por banda la esperanza cadista, aunque el Villarreal creó más peligro aprovechando los huecos que dejaba el Cádiz en su ímpetu por buscar el empate. Irreprochable pero poco fructífero. Lo buscó abriendo el campo, aunque las prisas se tradujeron principalmente en imprecisiones.
Cuando el choque llegaba a su fin, una polémica jugada desató las protestas de los jugadores cadistas, pero el colegiado ni siquiera revisó la mano del jugador del Villarreal Jeremy Pino. Pombo tuvo la suya en el último suspiro, pero se fuerte. La impotencia se quedó grabada en la cara de los hombres de Cervera, que merecieron más en un partido condicionado desde su inicio.
Próximo partido lo jugamos sin manos y sin brazos
UN TUERTO LOS MUERTOS DEL VAR