El Cádiz CF llegaba a Vigo con la esperanza de dar un primer paso hacia la recuperación tras la goleada recibida el lunes contra el Athletic Club. Aguantó bien en la primera parte, pero después volvió a diluirse en cuanto que recibió un gol del Celta de Vigo. Los amarillos siguen siendo un equipo muy plano en ataque y que en defensa se descose con una facilidad muy preocupante.
Sergio González apostó por un once menos alegre, pero más compacto. San Emeterio estaba por delante de la defensa y estaban por delante Antonio Blanco y Tomás Alarcón. La idea de tener las líneas más juntas, no dar ninguna facilidad al rival y no hacer regalos.
En los primeros momentos empezaba a dar buenas sensaciones Ocampo, suelto para jugar el uno contra uno y también comprometido en defensa. El equipo parecía más concentrado y con más confianza con el balón. Antonio Blanco era el que más alto presionaba del trivote de la medular.
A diferencia de lo que se vio contra el Athletic, el Cádiz estaba mejor situado, más activo y sin dar facilidades. En los primeros 20 minutos no había sufrido nada ante un buen equipo como el Celta. Tampoco es que hubiera pisado con peligro el área local, pero no estaba sometido.
No pasaban muchas cosas y eso no estaba mal, pero existía el temor de que la calidad del Celta se impusiera en cualquier momento. El Cádiz estaba bien plantado, pero faltaba claridad en la zona ofensiva. A base de tener el balón contenía a su oponente, pero no llegaba a la meta de Marchesín. El susto llegó con un disparo de Óscar Rodríguez, que detuvo en dos tiempos Ledesma al filo del descanso.
El Celta empezó apretando en la segunda parte. Se veían más huecos en el sistema del Cádiz después de un gran esfuerzo físico en la primera mitad. En el minuto 55 marcó Iago Aspas en una acción en la que estaba muy solo, pero que contó con la fortuna de tocar en Luis Hernández.
Ya no valía con aguantar ni con estar bien plantado. El Celta había metido una marcha más y el Cádiz estaba muy plano, simplemente correcto. Se salvó del segundo con un remate al palo de Larsen en el peor momento del partido. Ya no era capaz de frenar a un rival que hizo el segundo en el minuto 61 después de una gran jugada.
Todo lo bueno que había hecho el equipo durante muchos minutos se derrumbó por esa fragilidad mental, y también física, del inicio de la segunda mitad. En el momento en el que se descosió un poco, ya el Celta se aprovechó rápidamente.
Sergio González metió cambios para buscar la reacción, pero lo que llegó fue el tercer tanto del Celta con un buen gol de Iago Aspas. Otra vez aparecía la imagen de un equipo roto, a merced completamente de su rival. Ni siquiera fue capaz de crear una ocasión en todo el partido, ni siquiera el orgullo.