Cuando De Burgos Bengoetxea pitó el final del partido, el Nuevo Mirandilla fue una fiesta. Todo el cadismo sabía que ganar el Celta era acariciar la salvación, pero la pregunta más oída era: ¿la salvación es matemática? Eso hizo que hubiera muchas dudas e incertidumbre, aunque eso no deslució la experiencia.
Como ha pasado en los últimos partidos, los jugadores se fueron hacia Fondo Sur y allí celebraron la victoria. La comunión con el público fue excelente una vez más y era la confirmación de que esa comunión permitía al Cádiz seguir un año más en LaLiga Santander. Pero la fiesta no podía ser completa.
Conforme se iban conociendo los resultados de los rivales directos se llegaba a la conclusión de que la permanencia no era matemática. El Valladolid no había perdido en Almería y eso lo trastocaba todo. Eso sí, quedaba claro que puntuando en Elche se acababan todos los pesares.
El club no tenía nada organizado oficialmente en el caso de que se hubiera producido la carambola más positiva, pero los coches tocaban el claxon por la calles de la ciudad en señal de que algo grande había pasado. Nadie se fue a las Puertas de Tierra porque todavía no había nada que celebrar. Eso llegará la semana que viene.
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— Cádiz Club de Fútbol (@Cadiz_CF) May 28, 2023