Le queda mucho por hacer en una temporada que puede ser de mucho sufrimiento, pero la exhibición de Javier Ontiveros con la camiseta del Cádiz ante el Mirandés está reservado para muy pocos. Marcó tres golazos, aunque uno le fue usurpado por esa tecnología supuestamente objetiva que, una vez más, huele a prevaricación.
A lo largo de la historia han sido muchos los jugadores del Cádiz que han demostrado estar por encima de la media del equipo en su momento y también de la categoría donde militaba. Recientemente, la mayor venta del club ha sido la de Theo Bongonda, otro jugador capaz de cambiar el signo de un partido con una genialidad. Su gol contra el Valladolid es un ejemplo de ello.
También Alberto Perea tuvo momentos de mucha inspiración y destacaba por ser un futbolista capaz de simplificar el juego ofensivo con su calidad. Cuando el balón le llegaba en la zona izquierda se sabía que podía pasar cualquier cosa. Años atrás viene a la memoria la figura de Lucas Lobos, otro futbolista genial que podía desequilibrar a nivel individual con su gran disparo y con un cambio de ritmo brutal. Más atrás en el tiempo quedarían jugadores imprescindibles como Kiko, Pepe Mejías o, por supuesto, Mágico González.
En la presente temporada Ontiveros ya ha demostrado que es capaz de anotar goles de muy bella factura. El que le hizo al Eldense fue una muestra de ello e incluso le hizo dos de cabeza al Málaga. En un equipo tan plano y previsible en ataque, tener un futbolista como él es un lujo.
Después de ser suplente ante el Sporting salió extramotivado ante el Mirandés. Y queda la sensación de que donde rinde más es en la izquierda, un lugar reservado por Paco López hasta el momento para Ocampo.