David Ramiro
Leganés (Madrid), 6 oct .- Diez años después de aquel 18 de mayo de 2008, Leganés y Rayo Vallecano volvieron a enfrentarse en partido oficial y lo hicieron en la única categoría que les faltaba, Primera, y en Butarque, que vivió una noche de mucho color en las gradas.
Un derbi siempre tiene una connotación especial. Más que para los jugadores, muchas veces poco identificados con el arraigo fundacional del club, sí para los aficionados, cuyo sentimiento suele pasar de la niñez a la vejez, lo que se traduce en años de vivencias e historia.
En este caso, la historia futbolística remonta los primeros duelos de Leganés y Rayo a las década de los cincuenta del siglo pasado, concretamente al 3 de octubre de 1954. Posteriormente llegarían otros siete partidos más en Tercera y el balance siempre fue favorable al conjunto vallecano, que nunca perdió contra su rival madrileño y llegó a ganarle por un abultado 7-0 en 1964.
En Segunda B también se vieron las caras el Leganés y el Rayo muchos años más tarde, entre 2004 y 2008, con cuatro victorias para el conjunto vallecano, dos empates y dos triunfos pepineros.
En la categoría de plata el vencedor claro de los derbis fue el Rayo con seis triunfos y solo dos empates como mejor resultado para los intereses del Leganés.
Con este bagaje, el partido de Primera disputado este 6 de octubre de 2018 quedará grabado para siempre en la historia del fútbol madrileño.
El partido de Butarque les llegó a ambos equipos con muchas urgencias por su posición de descenso en la clasificación, por lo que el jugador número doce desde la grada también debía ser importante.
Butarque se llenó, la afición local respondió a la llamada de su Leganés y el estadio lució el mismo brillo que con la llegada de Barcelona, Atlético o Real Madrid. Sin embargo, la animación la puso la afición del Rayo. Los trescientos aficionados que se desplazaron de Vallecas al estadio pepinero se situaron en el fondo sur y desde allí no pararon durante los noventa minutos de jalear a su equipo.
Los habituales cánticos que se escuchan en Vallecas también se escucharon en Butarque, muy por encima de los ánimos de la afición local, que permaneció más tranquila y expectante al devenir del partido.
El gol del Leganés a los 14 minutos, obra de Carrillo, llevó el jolgorio a la afición local, que animó más tímidamente a sus jugadores y solo se enervó con algunas decisiones puntuales del colegiado Medié Jiménez.
El resultado del marcador no desanimó a los aficionados vallecanos, que durante todo el partido no cesaron de cantar, bailar y ondear sus banderas al aire.
El pitido final del colegiado desató la locura en las gradas de Butarque. La afición pepinera, puesta en pie, despidió a sus jugadores con aplausos y respiró aliviada por dejar los tres puntos en casa. El fin de fiesta se escribió con deportividad para un derbi histórico.