El futuro de Juan Carlos Unzué, en el alambre

La situación de Juan Carlos Unzué al frente del Celta se está convirtiendo en insostenible. Con una inversión récord en el mercado de fichajes y sin perder a ningún jugador importante, el técnico navarro ha sembrado de dudas a un equipo que por calidad en su plantilla debería estar más arriba y con un fútbol de más quilates. En estos momentos, salvo un final de temporada brillante, su ciclo en Vigo parece finiquitado.

Un Celta en un proceso de involución futbolística, con unos jugadores que ni se acercan al rendimiento de pasadas temporadas, sin un patrón de juego claro, que se asemeja más a un equipo en construcción que a uno que está disputando las últimas jornadas de Liga, el aval del entrenador navarro se está agotando.
Distintas informaciones apuntan a que una parte importante de la plantilla no cree en Unzué y en su apuesta de juego, un número que ha ido creciendo a medida que ha ido avanzando la temporada. Otros integrantes también están descontentos por el desigual reparto de minutos en una plantilla muy corta.
Jugadores como Cabral o Jozabed han desaparecido del once y casi de las rotaciones. Otros como Radoja o Wass tampoco se encuentran cómodos con el rol que tienen que desempeñar en la plantilla, algo similar a lo que le sucede al 'Tucu' Hernández.
Unzué contaba con la plena confianza de la directiva, algo que ha ido perdiendo a medida que el equipo ha entrado en barrena con derrotas ante el Alavés, Girona, Getafe o empates en casa ante el Espanyol o Málaga. El club apostó por fichar a Luis Enrique, del que estaban enamorados, sin Luis Enrique.
Llegó su segundo con todo el cuerpo técnico, un grupo que podría abandonar a Unzué en cuanto el asturiano firme por uno de los grandes banquillos de Europa, como el Chelsea o el Arsenal. Unzué quiere seguir su aventura en solitario, pero el balance, hasta el momento, es negativo.
Salvo un gran final de temporada, con la séptima posición a cuatro puntos y la sexta a seis, el futuro del pamplonés en Vigo está lleno de nubarrones. Con una grada hastiada por el juego que propone el técnico, plano y horizontal, a Unzué sólo le queda el apoyo de parte de la directiva, que puede sucumbir ante la presión del juego del equipo, en las antípodas del propuesto por Eduardo Berizzo, un juego que había enganchado al celtismo gracias a la garra y empuje ahora perdidos.