David Moldes
Vigo, 23 ago .- El Celta de Vigo cumple este viernes 96 años inmerso en un conflicto institucional con el ayuntamiento de la ciudad que puede acabar, a largo plazo, con todos sus equipos jugando en la localidad vecina de Mos, donde ha iniciado su ciudad deportiva y no descarta levantar un estadio propio.
Atrás quedan años de zozobra y penurias económicas, que obligaron al actual presidente, Carlos Mouriño, a acogerse en junio de 2008 a la Ley Concursal para evitar la desaparición de un club que por entonces transitaba por Segunda División.
Ese fue el punto de inflexión del Celta. El club redujo su deuda paulatinamente hasta gozar de un músculo económico -85 millones de beneficio neto en las últimas cinco temporadas- que le permitió embarcarse en nuevos proyectos como la compra de la nueva sede, la construcción de su ciudad deportiva y, sobre todo, el regreso de los canteranos de los que se tuvo que desprender.
Fue una tarde de agosto de 1923 cuando el Celta nació de la fusión de los históricos Real Fortuna y Sporting Vigo. Restan cuatro años para el centenario, y el celtismo vive en la incertidumbre de saber si el presidente y máximo accionista cumplirá su amenaza de llevarse al equipo fuera de la ciudad.
A nivel deportivo, el equipo inicia su octava temporada consecutiva en LaLiga todavía con el amargo recuerdo del curso pasado, cuando acabó sufriendo hasta la última jornada para evitar el descenso, después del paso de tres entrenadores -Antonio Mohamed, Miguel Cardoso y Fran Escribá- y una mala planificación deportiva.
El Celta mantuvo en el banquillo a Escribá, e inició la operación "Retorno" con el regreso de Santi Mina (Valencia), Denis Suárez (Barcelona) y Pape Cheikh (Olympique de Lyon), para juntar a once canteranos en su primer equipo, a los que se podría sumar, en breve, Iker Losada, que debutó con gol ante el Real Madrid.