Iago Aspas fue el absoluto protagonista de una larga y extensa entrevista en Universo Valdano, un programa de #Vamos de Movistar presentado por el entrenador y exjugador argentino Jorge Valdano. El delantero del Celta de Vigo repasó toda su exitosa carrera desde el día que mintió en su edad para entrar en las categorías inferiores del Celta, su debut en Balaídos ante el Alavés, el ascenso a Primera, su regreso a Vigo, la clasificación para Europa y que le depara el futuro, más cerca de un despacho de la dirección deportiva que de un banquillo entrenando.
Aspas nunca escondió que "desde niño me gusta muchísimo el fútbol, me dicen que vivo por y para él y una vez que me retire me gustaría seguir ligado a el", algo que se puede considerar casi como su filosofía de vida, siempre ligada a un balón. "Para mí llegar a jugar en el Celta era lo máximo", recuerda un Aspas que repite a Valdano la triquiñuela que hizo con su tío para poder entrar en las categorías inferiores del Celta a pesar de no contar con la edad necesaria.
El moañés aún recuerda esa prueba con total lucidez: "Estaba acostumbrado a los campos de tierra, era sintético empecé a resbalar con la hierba mojada. Pero les debí gustar, porque al poco de llegar a casa me llamaron". Desde bien niño Aspas destacaba sobre el resto de compañeros y rivales, él cree que se debía a que "era rápido. Jugaba de delantero o en banda izquierda y destacaba por esa rapidez y por meter bastantes goles".
Su velocidad y talento, basadas en un físico muy particular, endeble para muchos, fue un problema en sus años de juvenil hasta que aprendió a usarlo en su beneficio como el mismo Aspas explicó a Valdano: "Cuando llegas a profesional o eres de primer año y juegas contra los de segundo claro que perjudica. Lo noté de juvenil de segundo a tercero".
"Me empecé a dar cuenta de que el cuerpo liviano podría servir para otras cosas, para entender mejor el juego. Cuando empecé a notar que podía ayudarme jugaba más de mediapunta, el antiguo enganche que ahora se está perdiendo", una posición en la que explotó con Paco Herrera jugando por detrás de un nueve como Bermejo y que acabó de convertirle en una estrella mundial en su regreso al Celta cuando compartió delantera con Guidetti o Maxi Gómez.
Volviendo a su niñez Aspas echa de menos en la infancia actual que salgan a la calle a jugar, de ahí viene su mejor fútbol, el callejero, el de pillo: "Yo llegaba del colegio a las 14.30, comía y hasta las ocho no volvía a aparecer por casa. Se hacía de noche hasta que me silbaba mi padre para volver. Estaba todo el día por ahí, eso se ha perdido". El celeste lamenta que los niños actuales estén enganchados "los teléfonos, ordenadores, videoconsolas" porque eso se lo "han restado al fútbol. En mi época había, pero no tanto".
El salto al profesionalismo llegó tarde para Aspas, un partido ante el Salamanca con 20 años en un Celta donde ni un solo jugador atesoraba la calidad del moañés y su debut, con 21 años en Balaídos, que marcaría toda su carrera. Ese día salvaba al Celta de un posible descenso a Segunda B con dos goles ante el Alavés.
"Era jugador del Celta B, había hecho pretemporadas pero tenía 21 o 22 años y no terminaba de dar el salto, que no era tan grande como hoy al estar en Segunda", comentó Aspas. El atacante reconoce que "lo veía cerca, pero no era capaz y Eusebio me dio esa oportunidad, queda grabado para mí y para mis hijos, me di a conocer".
El canterano es consciente de que "me costó un poco más llegar a profesional, tal vez empecé yo a entender el juego más tarde. Tenía cualidades, habilidades, pero no era capaz de sacar partido a mi juego". Algo de lo que aprendió para el resto de su carrera: "Ahora mejoró en cada temporada y entendiendo mejor el juego".
Aspas reparte culpas por su lenta maduración como profesional, con Eusebio y Paco Herrera como hombres clave para que al final todo su talento saliese a la luz, porque antes de ellos Aspas reflexiona: "La culpa es mía porque si no ponía de mi parte en ese aprendizaje iba a ser difícil, pero los entrenadores algo de culpa tendrán".
Volviendo a su debut en Balaídos, ante la pregunta de Valdano sobre si un solo partido puede marcar la carrera de un jugador Aspas no dudó en afirmar que sí, al menos para él. "En mi carrera sí, quedó marcado para mí, para la afición. Desde ese día el cariño es tan grande que no sabría nunca cómo recompensarlo", lo que toda su vida le ha demostrado a Aspas es que "las cosas vienen cuando tienen que venir".