El nuevo milenio se abría paso, eran los primeros días del año 2.000 y los terribles efectos informáticos que iban a sumir el planeta entero en el caos más absoluto no sucedieron. Así que el Celta de Vigo pudo seguir negociando la incorporación de nuevos jugadores a su plantilla. Desde la liga holandesa llegaba un 'fortachón' delantero de apellido difícilmente pronunciable, Rick Hoogendorp. Su paso por Vigo, efímero, dejo algunas curiosidades, pero no hizo justicia a un contrastado goleador respetado en su país de origen.
Ese verano habían llegado al Celta tres jóvenes y prometedores delanteros, McCarthy, Mario Turdó e Iván Kaviedes, este último resultó un fiasco desde el primer momento debido a su vida disoluta, sus ganas de fiesta y su nula profesionalidad.
McCarthy y Turdó llevaban, con cierta irregularidad, el peso del ataque junto a estrellas como Revivo, Mostovoi, Gustavo López y Karpin pero el Celta quería más y tras haber perdido la segunda plaza en favor del Zaragoza en la última jornada del año 1999 alejándose de un Deportivo de la Coruña líder a 8 puntos de los celestes la dirección deportiva apostó por reforzar todas las líneas.
En defensa llegaba Nelson Vivas, internacional argentino del Arsenal. Para la medular el elegido era un joven talento del Marsella, Belmadi, pero el franco argelino llegó muy pasado de peso y nunca se puso en forma. Pero quien causó verdadera sensación entre la afición celeste fue un delantero holandés, Rick Hoogendorp.
Con 24 años y 1,81 de altura, pero sobre todo con un peso desconocido más cerca de los 100 kilos que de los 80, aterrizaba en Peinador un artillero que en sus primeros 38 partidos en la Eredivisie había anotado 18 goles. Anteriormente había logrado 55 goles en la segunda categoría del fútbol holandés.
Su aspecto, especialmente su peinado, con un mechón teñido de rubio platino encima de su frente y el resto de la cabeza casi rapada, le hacían parecerse a un delantero de moda, tanto por sus aciertos como por sus clamorosos errores, Martín Palermo. Un año más tarde llegaría a España de la mano del Villarreal pero Hoogendorp ya estaba en Vigo, tras el pago de 315.000 euros por la cesión del RKC Waalwijk, y le tocaba demostrar que tenía nivel para jugar en la en ese momento potentísima Liga.
Sus palabras en Vigo, asegurando que aún no había entendido en qué se había fijado el Celta para contratarle fueron un terrible augurio de lo que iba a suceder. El bueno de Ricky no estaba en forma para jugar en España, pero es que tampoco tenía el nivel para hacerlo. Víctor Fernández le concedió algunas ocasiones, hasta siete partidos, tres de titular, jugó con el Celta. El resultado es evidente, ni un solo gol y el más absoluto de los ostracismos en las últimas ocho jornadas de Liga.
El Celta terminaría séptimo una temporada en la que el Deportivo lograba hacerse con el título de campeón por delante del Barcelona y Valencia. Hoogendorp volvía al RKC Waalwijk tras haber fracasado en su primer aventura en el extranjero. Pero en la Eredivisie reencontraría el camino del gol hasta alcanzar el centenar en las siguientes seis temporadas.
El destino hizo que el VfL Wolfsburg llamase a su puerta en enero de 2006, allí permanecería todo el año hasta su regreso a Holanda en enero de 2007. Su paso por Alemania, con un Hoogendorp que superaba los 30 años, fue otro fracaso pero al menos logró marcar un gol. El ADO Den Haag se hacía con sus servicios y Ricky volvía a marcar goles en el ocaso de una carrera que terminó con más de 35 años en el Scheveningen de la liga regional.
Actualmente vive en La Haya, tiene una escuela de fútbol y es entrenador en los equipos juveniles del ADO Den Haag. Con 45 años su vinculación al mundo del fútbol sigue siendo muy importante para un el exdelantero que sorprendió a propios y extraños cuando firmó por el Celta de Vigo.