Temporada 2012/13, la conocida como la liga de 4 por ciento, jornada 37 y el Celta en busca de un milagro en forma de victoria en el José Zorrilla de un Valladolid dirigido por un exdeportivista como Djukic. En la expedición celeste viajaba un imberbe Rubén Blanco, un niño de 17 años que no sabía que esa tarde se iba a convertir en un hombre y en un ídolo para el celtismo.
Ese 26 de mayo de 2013 quedará para siempre en el recuerdo, no sólo de Rubén Blanco, si no de todo el celtismo. El Celta necesitaba ganar para llegar vivo a la última jornada de Vigo y obrar el milagro de la permanencia, una permanencia que hasta la estadística casi le negaba con ese 4,01% de opciones de lograrla.
Abel Resino salió al José Zorrilla con Javi Varas; Bellvís, Cabral, Túñez, Roberto Lago; Augusto Fernández, Krohn-Dehli, Álex López, Oubiña, Natxo Insa y Iago Aspas. En el banco se quedaba un Rubén Blanco que entraba en la lista una vez más por Sergio Álvarez, que permanecía lesionado por una rotura de clavícula.
Tal día coma hoxe, no ano 2013... ⚽️💥🧤 Rubén Blanco debutaba co primeiro equipo nun partido de vida o morte. Unha estrea espectacular e inolvidable para o canteirán! pic.twitter.com/ogo1jlmZEn
— RC Celta 👏 #IstoTaménÉAfouteza (@RCCelta) May 26, 2020
Krohn-Dehli recibía el rechace tras un lanzamiento de córner que él mismo había botado, el danés colocó el esférico al primer palo donde apareció Augusto para peinarlo, en el segundo palo estaba presto Cabral, que con un testarazo batió a Jaime y puso el 0-1 en el 28' .
Los jugadores lo fueron a celebrar junto a los miles de aficionados llegados desde Vigo. El Celta aguantaba su exigua ventaja cuando Larsson atropelló a Javi Varas en el área del meta andaluz. El resultado fue un violento impacto que terminó en una dolorosa luxación de su codo izquierdo.
El destino hizo que un joven de 17 años tuviese que entrar al campo en uno de los partidos más decisivos de la historia reciente del Celta, en el que se jugaba volver al pozo de Segunda y seguir con su economía de guerra concursal. El partido podía tirar al traste el trabajo de un grupo de canteranos liderados por Aspas que logró el ascenso a Primera y su intento, aún no completo, de permanencia. Un meta del filial, con el dorsal 26, un desconocido para el gran público, era el encargado de defender el milagro celeste, era Rubén Blanco.
Salió Rubén Blanco al césped del José Zorrilla. Un encuentro donde un desgarbado chaval de Mos iniciaba su aventura profesional. El joven canterano recibía el ánimo de sus compañeros al saltar al césped, el destino de todos estaba en sus guantes. No pasó ni un minuto y en un desajuste de la zaga celeste Manucho se plantó sólo ante Rubén y este respondió, el disparo del espigado angoleño fue rechazado por sus piernas. Su parada permitía al Celta llegar con ventaja al descanso.
Ya en el vestuario seguro que el resto del equipo le felicitó por esa parada y le ayudó a mantener la necesaria tranquilidad para afrontar la segunda mitad. Aspas pudo hacer el debut de Rubén más sencillo si hubiese aprovechado una clarísima ocasión a pase de Krohn-Dehli, pero Jaime se cruzó con el moañés.
El encuentro llegaba al minuto 54, una nueva acción de ataque en donde un taconazo de Iago Aspas terminaba impactando en el brazo de Marc Valiente. Estrada Fernández no lo dudó y señaló el punto de penalti. Esta vez sí, Aspas engañaba a Jaime y ponía el 0-2 en el marcador. Krohn-Dehli puso el tercero con un potente zapatazo desde la frontal, el balón sobrepasó la línea de gol, pero esta vez Estrada Fernández no quiso verlo.
Pero a Rubén Blanco le quedaba trabajo por hacer. Una espectacular parada de un cabezazo de Óscar permitía al Celta no sufrir en el resto del partido. El joven de 17 años voló hasta el palo ante la incredulidad del atacante pucelano que ya se aprestaba a celebrar su tanto. Rubén se convertía en el inesperado héroe de esa tarde vallisoletana y recibía el cariño de todo el celtismo.
Rubén estalló en lágrimas, recordando el niño que aún vivía dentro de él al terminar el encuentro. Los nervios del debut, del partido en el que el Celta se lo jugaba todo pasaban factura al temple del meta salido de A Madroa. Sus compañeros lo arroparon y felicitaron porque sabían que en pocos días tenía otra batalla por delante, la última.
La Federación española de fútbol liberaba a Rubén Blanco el 27 de mayo de su citación con la selección sub 19 para que pudiese jugar ante el Espanyol en la jornada 38 de Liga.
Llegó el duelo en Balaídos, el milagro de 4% se hacía realidad, Rubén lo vivió en primera persona defendiendo la meta celeste esta vez con Sergio Álvarez como portero suplente. El Celta ganó, la Real también lo hizo y mandó al Deportivo a Segunda.
El mosense salió a hombros como uno de los héroes que logró lo que hacía unas jornadas parecía imposible, la permanencia. Este martes 26 de mayo se cumplen siete años de ese debut, el inicio de la historia de Rubén Blanco en el Celta.