Una cláusula de 40 millones de euros. Ese es el valor formal de Gabri Veiga. Su valor real está por descubrirse. Con 20 años, sus ocho goles y tres asistencias en Liga, nadie puede saber cuánto puede valer un futbolista que está llamando a las puertas de la selección. Nadie puede extrañarse si en marzo Luis de la Fuente cita al de O Porriño. Menos si ven el partido ante el Real Valladolid. El centrocampista destrozó a los de Pacheta apoyado por Iago Aspas. Presente y futuro sobre el césped de Balaídos. Un futuro que ya está aquí ya que Gabri Veiga se carga a todo el equipo en su descomunal tren inferior, ese mismo con el que revienta a cada rival con sus arrancadas y conducciones. En un partido trascendental por todo lo que estaba en juego Gabri Veiga relució como el diamante que es. Un diamante que ya brilla con fulgor a pesar de que ni siquiera se ha empezado a pulir.
El día que el celtismo decidió rebelarse por una temporada de injusticias arbitrales en las que la sanción de tres partidos a Renato Tapia encendió a la afición viguesa. Una afición que volvería a disfrutar de su capitán después de muchos partidos en el banquillo. Hugo Mallo sustituía a Mingueza en un equipo donde Seferovic también desbancaba a Strand Larsen en el once. Carvalhal, en cada comparecencia, ha ido mostrando sus halagos al veterano delantero suizo dejando claro que cuando estuviese físicamente listo acompañaría a Iago Aspas.
El moañés siempre ha sido una pesadilla para el Valladolid. Siete goles en nueve partidos con un mal recuerdo, el de la primera vuelta con Masip atajándole por dos veces un lanzamiento de penalti en una durísima derrota por 4-1. No estaba Masip bajo palos por lesión. Lesionado por Ayoze le toca al veterano Sergio Asenjo ser el muro del Pucela. En la primera, con un solo minuto de juego, regaló el balón a Seferovic. El suizo falló ante Asenjo.
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El Celta había salido espoleado por las miles de tarjetas rojas que la afición mostró al colectivo arbitral, hoy representado por De Burgos Bengoetxea. Los abucheos que recibía el árbitro se convertían en aplausos para Eusebio Sacristán, embajador de honor del centenario, en el saque de honor. También recibía el cariño del público Lucas Olaza cuando era atendido por los servicios médicos del Pucela. Se crecía el rival pero era el Celta quien transicionaba con peligro. Aspas buscaba su décimo gol en Liga pero el palo se interponía en su camino.
Se gustaba el Celta en su nuevo rol de equipo de transición. No les hacía falta tener la pelota para ser letales. Carvalhal había dado una vuelta de tuerca al equipo. Con espacios y metros por delante Veiga, Carles Pérez y Aspas destrozaban la zaga blanquivioleta. Llegaba el gol de la tranquilidad por medio de Seferovic. El suizo le daba la razón al técnico con un buen movimiento y testarazo abajo. Nadie se acordaba en ese momento de Larsen.
De quien sí se acordaban era de Gabri Veiga. El gran diamante de A Madroa era un tren de mercancías que arrollaba al Valladolid. Marcaba su séptimo gol en Liga con un Balaídos entregado a sus pies. El mismo Balaídos que volvía a sacar la roja para protestar un posible penalti sobre Iago Aspas. Los aplausos regresaban a la grada coreando el nombre de Iván Villar. El de Aldán evitaba el gol del Pucela con dos intervenciones al filo del descanso. El sol brillaba en Vigo y el celtismo sonreía con los suyos en un partido decisivo.
¡TREMENDO, Iván! 😼🧤
45+1' | 2-0 | #CeltaRealValladolid pic.twitter.com/iZdbisu7nQ
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Una frase escuchada miles de veces en Balaídos aseguraba que pocos equipos son capaces de revivir a un muerto como el Celta. Y lo hizo el cuadro de Carvalhal en una mala segunda mitad. Se relajó atrás y empezó a conceder ocasiones. Llegó el gol por medio Amallah pero la sala VOR llamó a De Burgos Bengoetxea. Por milímetros pero el marroquí estaba en fuera de juego. Se salvaron los vigueses de tener que vivir una segunda mitad al filo del abismo.
La tranquilidad llegó por medio de la gran joya que ha sacado A Madroa en mucho tiempo. El techo de Gabri Veiga no se puede calibrar. Tampoco con cuantos goles terminará la temporada porque sumaba su octavo gol en Liga. Unos números estratosféricos que le colocan como uno de los grandes candidatos a entrar en la lista de convocados de la selección española en marzo. Estrelló un balón al palo. La madera le quitaba su primer hat trick en el primer equipo.
Carlos Carvalhal daba por cerrado el partido dando entrada a Cervi. También entraban Carlos Domínguez y Hugo Sotelo. El técnico daba minutos a dos de los jugadores más prometedores de las categorías inferiores. El vigués rozó el tanto con un duro lanzamiento desde fuera del área en un partido donde los casi 15.000 espectadores disfrutaron de su equipo y sus canteranos. Las victorias de Cádiz, Espanyol, Girona y Valencia habían encendido las alarmas pero el Celta de Carvalhal, comandando por Gabri Veiga, no debe temer por el descenso jugando así.