Tras el sonoro fracaso que supuso la apuesta por el veterano Rafa Benítez, el Celta se ha encomendado a Claudio Giráldez para vivir un curso sin la amenaza del descenso hasta las últimas jornadas con una decidida apuesta por los futbolistas que brillaron en el Fortuna y con dos únicos refuerzos: el delantero Borja Iglesias y el centrocampista Ilaix Moriba.
La llegada de Giráldez al banquillo del primer equipo fue clave para que la temporada del Centenario no terminase con el Celta en Segunda División. El paso de Benítez por Balaídos ha dejado un enorme agujero en las arcas del club por su elevada indemnización, pero sirvió para que la dirección deportiva se la jugase con un entrenador de la casa y jugadores del filial, una vieja demanda del celtismo.
La marcha del delantero noruego Jorgen Strand Larsen ha dejado al Celta sin su máximo goleador. Para suplirlo, Giráldez ha hecho una fuerte apuesta por Borja Iglesias, que regresa a Balaídos con el objetivo de reivindicarse después de dos años de poco brillo. Entre él y el griego Tasos Douvikas, que ha destacado en la pretemporada, tendrán la responsabilidad del gol, con Iago Aspas ejerciendo un papel más de creación en el sistema ofensivo que ha implantado el técnico celeste.
El desafío para el sustituto de Benítez es gigantesco, sobre todo porque la dirección deportiva ha sido incapaz de sacar a algunos jugadores que no contaban para Giráldez y tienen una ficha alta, caso del central Unai Núñez, el volante zurdo Franco Cervi, el lateral izquierdo Mihailo Ristic o el extremo Jonathan Bamba. Estos dos últimos se quedarán con toda probabilidad en la plantilla.
Eso ha impedido la llegada de nuevos refuerzos, pese a la salida de Renato Tapia, Carles Pérez y Manu Sánchez. El Celta necesita novedades en defensa y en ataque, a la espera de ver qué ocurre con Kevin Vázquez, Tadeo Allende, Gonçalo Paciencia y Luca de la Torre. Ninguno cuenta para el entrenador.
En las demás posiciones, el entrenador gallego sostiene la base del curso pasado, desde el portero Vicente Guaita, quien todavía no ha podido disputar ningún minuto en pretemporada por una tendinopatía en el hombro, hasta Iago Aspas, llamado de nuevo a ser determinante para la salvación pese a haber cumplido 37 años.
Óscar Mingueza, Hugo Álvarez y el jovencísimo Williot Swedberg, la sensación veraniega junto al olfato goleador de Douvikas, están llamados a tener un papel importante en la maquinaria celeste, donde Ilaix Moriba y Borja Iglesias buscarán encajar para empujar al Celta a la zona media-alta de la clasificación.