Lo más bonito de las finales de Copa lo estamos viviendo en estos días. Nada supera a los días previos a una final de Copa. Bilbao engalanada, las banderas rojiblancas en los balcones, los suplementos de los periódicos, las redes sociales… Esta vez se me está haciendo especialmente duro vivirlo desde la distancia, en este contexto tan raro en el que estamos desde hace un año.
Me decía el otro día una persona muy especial en la historia del Athletic Club que la ciudad más fea del mundo es bonita si su equipo de fútbol gana, y la ciudad más bonita del mundo es horrible si su equipo pierde. A lo que añado, consciente de estropear la cita, que la mejor ciudad del mundo es maravillosa cuando su equipo va a jugar dos finales de Copa en 15 días.
Siempre pienso que mis recuerdos más bonitos como aficionado del Athletic están ligados a los días previos de las 4 finales a las que he tenido la suerte de acompañar al equipo: Valencia, Bucarest, Madrid, Barcelona.
Recuerdo esos días con una mezcla de ilusión y nerviosismo, buscando y confirmando entradas para la familia, reservando hoteles, paellas en Valencia, Casa Juan en Madrid y txuletón en Barcelona, juntando a primos, hermanos y amigos, disfrutando de nuestra competición favorita.
Disfrutar de estos momentos está en nuestras manos. Hagámoslo al máximo. Luego cuando empiece el partido, ya no depende de nosotros. O sí. Ojalá que esta vez nos llevemos un alegrón -o mejor los dos- y la mejor ciudad del mundo sea todavía más bonita.
Carlos Ranedo es uno de los autores del libro 'Athleticpedia'