La Copa del Rey es la competición de la ilusión del pez pequeño por querer comerse al grande. Es la oportunidad de ver a equipos históricos al lado de casa, cosas que pasan con poca frecuencia. Lo que se vivió en Lasesarre con la visita del Málaga fue una fiesta antes del partido (bengalas incluidas), fue una caldera durante el mismo y se disfrutó y sufrió a partes iguales con la tanda de penaltis que decidió la eliminatoria a favor del Málaga.
Se daban todos los condicionantes, pero las expectativas se han superado por completo, alcanzándose los 7.500 espectadores. No supone un lleno absoluto, pues en el estadio caben exactamente 7.960 espectadores, pero no ha estado lejos de colgar el cartel de 'no hay billetes'. Se notó la gran expectación por ver a un histórico como el Málaga (hasta los amigos malaguistas de Jokin Gabilondo no quisieron perdérselo), aunque esté ahora en horas bajas y solo una categoría por encima del Barakaldo, que milita en Segunda RFEF. También llamó a los aficionados que su equipo llevara 46 partidos consecutivos sin perder.
Cuando el sorteo deparó este duelo, en el 'Baraka' se mostraron contentos, ilusionados y hambrientos de poder tumbar al Málaga después de intentarlo sin éxito contra el Rayo Vallecano en 2020, donde metieron en Lasesarre 5.000 personas, y contra el Valencia en 2015, cuando perdieron 1-3 y fueron al estadio 5.500 espectadores. El Málaga ha movilizado a más gente que estos equipos que, en su momento, militaban en Primera División.
El campo de Lasesarre, que sustituyó al antiguo y fue inaugurado el 30 de septiembre de 2003 en partido amistoso que enfrentó al Barakaldo CF y al Athletic Club, nunca había metido a tanta gente en sus gradas. Había ganas de fútbol, de alentar al 'Baraka' y de ser uno de esos siete mil quinientos testigos que aguantaron 120 minutos de eliminatoria y una tanda como cierre.