En el partido de la primera vuelta ante el Mallorca, Natxo González dispuso por última vez esta temporada el famoso rombo que le caracterizaba de su etapa en el Real Zaragoza antes de arribar en A Coruña. En Son Moix, el Deportivo cayó por la mínima, un resultado que dio pie al inicio de un debate en torno al esquema en el vestuario blanquiazul, que terminó por convencer al técnico.
Ha llovido mucho desde aquel día, el 12 de enero de 2019. En torno a dos meses y medio en los que Natxo González ha buscado reinventarse a sí mismo, y al equipo. Un total de nueve partidos en los que el Dépor ha cosechado una derrota, cinco empates y tres victorias, a las que hay que sumar los tres puntos del Reus. Pero para recordar se logró sobre el verde llegó en Los Cármenes en la jornada 25, allá por el 10 de febrero.
Es por ello que el técnico vasco medita seriamente devolverle al rombo el protagonismo que tuvo antaño en sus esquemas. Lograr un triunfo ante el Real Oviedo se antoja más que necesario, vital, para los intereses de los blanquiazules, que cada vez están más lejos del ascenso directo y más cerca del séptimo clasificado, que en estos momentos lo ocupa el Cádiz, que además, le gana el golaverage e los herculinos.
En la segunda sesión previa a la visita al Carlos Tartiere, Natxo González ha ensayado con un 4-4-2 en rombo. Un sistema que podría favorecer el regreso de Carlos Fernández, totalmente recuperado de su lesión. El hispalense podría formar pareja de ataque con Quique González. El último fichaje de los coruñeses, Vítor Silva, también podría verse beneficiado por este sistema, ya que puede desempeñarse tanto en banda como en la media punta. Debido a la baja de Edu Expósito, Pedro Mosquera, que se quedo fuera de la convocatoria ante el Almería, podría ser su principal competidor por un puesto en la medular.