Joan Capdevila defendió los colores del Deportivo de La Coruña durante siete temoradas. Las primeras cinco de ellas a las órdenes de Jabo Irureta, sobre quien ha hablado largo y tendido en una entrevista a JotDow. Pero no solo del vasco, también de la relación de este con Djalminha tras su famoso cabezazo. Las dos últimas, el técnico herculino era Joaquín Caparrós, cuyas costumbres han dejado huella en el exfutbolista catalán.
"Confió mucho en mí. Es un personaje... El fútbol para él no tiene secretos, es trabajo, trabajo y trabajo. A nosotros nos trajo ya conceptos modernos, cuidar la alimentación, mirar el porcentaje de grasa. El cambio lo notamos, pero ese Dépor no era el de cuando Lendoiro compraba, sino el de cuando vendía. Se fueron las estrellas y éramos de media tabla. Currando solventó situaciones complicadas. Porque yendo de abajo a arriba es fácil, pero de arriba a abajo cuesta gestionar un equipo. El doctor Escribano nos daba sus papillas en el descanso...", contaba Capdevila.
Profundizando en este último tema, el catalán explicaba que las mencionadas papillas eran de "espaguetis triturados". "No sé si nos hacían bien o te lo imaginabas, pero esos métodos los empezaron a introducir todos los clubes. Antes Donato jugaba con 40 años y barriguita y lo hacía muy bien, pero ponle ahora en el Camp Nou con 40 años… Un ejercicio que hacía mucho Caparrós era ponerte a correr y cuando solo te quedaban cien metros se ponía a tu lado y te empezaba a hacer preguntas. Quería que en una situación de agotamiento te funcionara la cabeza, que supieras pensar ahogado. Trabajar el cerebro en el momento límite. Luego daba charlas. Decía, si tú haces entrenamientos, estás fundido, llegas a casa con la bolsa y ves que en el séptimo, donde está tu familia, hay un incendio, subes a toda leche. Pues eso es porque el cuerpo, aunque parezca que no, todavía puede dar más. La adrenalina te da para hacer ese esfuerzo. Aunque tú digas no puedo más, el cuerpo todavía puede. Esos ejemplos nos ponía", sentenciaba Capdevila.