Dos de los gigantes europeos, Alemania y Francia, por un lado, y Portugal, decidido a dar el paso que siempre le ha faltado, contra Gales, el equipo emergente del torneo, dirimen entre el miércoles y el jueves qué dos selecciones se disputarán el derecho a suceder a España como campeona de Europa.
El miércoles, en Lyon, el Portugal-Gales cuenta con el gran aliciente del enfrentamiento entre Gareth Bale y Cristiano Ronaldo, o lo que es lo mismo, el príncipe al asalto del trono.
A Bale, que seis días después de acabar la Eurocopa cumplirá 27 años, siempre se le ha observado como el sucesor de Cristiano (31 años) en el Real Madrid, algo a lo que se resiste el portugués, que tras un torneo muy flojo -al servicio del equipo según su entrenador Fernando Santos- precisa defender su estatus del asalto del "Príncipe de Gales".
El partido le ofrece a Portugal, además, la oportunidad de dar el paso que siempre le ha faltado. Semifinalista en el Mundial de Inglaterra 1966 y en 2006 en Alemania, la selección lusa es la única que no ha faltado a la penúltima ronda de la Eurocopa desde que comenzó el siglo. Cuatro presencias consecutivas y ningún título. Portugal siente que está ante su gran oportunidad y lo presiente también Ronaldo, que aspira a completar su palmarés con un título con su selección, justo cuando su gran antagonista, Leo Messi, ha anunciado que no seguirá jugando con la Albiceleste, tras la decepción sufrida por una nueva final de la Copa América perdida ante Chile.
Para Gales, alcanzar la final supondría tocar el cielo. Ausente de un gran torneo desde 1958, el equipo que dirige Chris Coleman ha ido creciendo a lo largo de la competición y, sobre todo, no ha fallado en los momentos decisivos. Respondió ante Rusia, en el encuentro que le dio el primer puesto del grupo, fue mejor que Irlanda del Norte, en octavos, y sorprendió a Bélgica en cuartos.
Coleman no podrá contar con Ben Davis ni con Aaron Ramsey, una ausencia esta última notable, porque junto Bale es el mejor jugador de su selección.
La otra semifinal la disputan en Marsella, el jueves, Francia y Alemania. El país organizador contra el campeón del mundo. El enfrentamiento entre las que eran consideradas las dos grandes favoritas antes del comienzo del torneo.
Francia tuvo, al fin, una actuación convincente contra Islandia (5-2), después de ir superando rivales casi por inercia a lo largo de la competición. En los cuartos de final se mostró como el equipo atacante que se esperaba y resolvió la eliminatoria con cuatro goles en el primer tiempo.
Alemania, mientras, ha recuperado una buena dosis de moral tras sobrevivir al durísimo enfrentamiento contra Italia, que se resolvió a su favor tras dieciocho penaltis. El equipo de Joachim Löw, no obstante, aún deja muchas dudas. No acaba de responder Thomas Müller, que hasta falló su penalti, y ha perdido a Mario Gómez cuando el atacante del Besiktas parecía haberle resuelto los problemas con el gol.
Contra Francia, además, tampoco podrá contar con Sami Khedira, lesionado, ni con Matt Hummels, sancionado, lo que le obliga a recomponer el equipo. Pese a todo, la enorme calidad de su plantilla y el espíritu ganador alemán, reforzado por su condición de campeón del mundo, le hacen un rival temible para las aspiraciones de los anfitriones.