La selección francesa confía en que el apoyo que va a recibir de las gradas del Velodrome de Marsella el jueves le de el plus que necesita para derrotar a Alemania y clasificarse a la final de la Eurocopa.
La visita de les bleus a Marsella para jugar la semifinal ya fue saludada con entusiasmo en la ciudad cuando se concretó el pasado domingo. Esa noche, 35.000 aficionados abarrotaron la Zona de Aficionados, situada en la Playa de Prado, para presenciar el Francia-Islandia de cuartos y la victoria (5-2) fue saludada con alborozo por miles de seguidores que colapsaron las principales vías de la ciudad hasta altas horas de la noche.
Ahora, se confía en que la afición francesa reduzca la distancia que separa al equipo de Deschamps del campeón del mundo y, para ello, se recupera el recuerdo de la semifinal que Francia jugó en este mismo recinto 32 años antes -aunque el estadio poco tiene que ver con el anterior tras la remodelación- también en una semifinal de la Eurocopa.
Fue un 23 de junio de 1984 y, en un partido marcado por la emoción, el equipo que entonces dirigía Michel Hidalgo derrotó a Portugal (3-2) y se clasificó a la final gracias a un gol en el penúltimo minuto de la prórroga de Michel Platini (3-2).
El aliento que recibieron los jugadores desde las gradas fue el impulso necesario para remontar el encuentro cuando Portugal se puso con ventaja y así lo recuerdan muchos de sus protagonistas.
Bernard Lacombe, entonces delantero internacional, asegura que revivió en el estadio el ambiente que había sentido en el Mundial de Argentina. "La única vez que he sentido algo parecido a lo que viví contra Argentina, frente a 120.000 hinchas, fue en ese partido. El estadio temblaba", señala al diario La Provence.
Lacombe apoya la idea de haber llevado la semifinal a Marsella porque la presión del público evitará que se produzcan situaciones como "la de Schumacher", el meta alemán que hizo una terrible entrada a Battiston, en el Mundial de 1982, y no vio ni la tarjeta amarilla.
Para Luis Fernández, en Marsella se vivió aquel día "un momento único". "Después del 82 nos habíamos ganado el cariño de la gente y, además, éramos un equipo cercano que estaba con los aficionados firmaba autógrafos. Deschamps ha devuelto la ética a este equipo y sentimos que estamos ante un momento especial". "Todos han apoyado a Francia, desde París a Lille, pero este público es especial. Jugarán doce contra once. En Marsella, el público marca la diferencia", destaca el exentrenador del Athletic de Bilbao y Espanyol y Betis.
Francia ya jugó en Marsella en esta Eurocopa, en la segunda jornada contra Albania y, pese a que no hizo un buen partido y resolvió al final, con los goles de Antoine Griezmann, en el minuto 90, y Dimitri Payet, en el 96, siempre tuvo el apoyo entusiasta de la afición marsellesa, que festejó ruidosamente el triunfo. Por eso, tanto el seleccionador Didier Deschamps, como el capitán del equipo, Hugo Lloris, hablaron este miércoles de la importancia de crear un ambiente especial.
Deschamps, que lo conoce bien por haber dirigido al Olympique Marsella tres temporadas (2009-2012), considera que "el apoyo del público será muy importante" "Estoy convencido de que los aficionados nos apoyarán al máximo, como ya lo hicieron contra Albania", señaló".
Hugo Lloris, mientras, califica a la afición de Marsella como un público "con carácter". "Hemos sentido el calor del público en todo el torneo, pero Marsella es más fervorosa. Yo espero que eso nos permita elevar nuestro nivel. El apoyo del público nos hará tener un mayor porcentaje de éxito", agregó.
El jueves, la ciudad que se ha movilizado e incluso ha creado una etiqueta en las redes sociales con el lema #partidodelsiglo, espera jugar el papel decisivo ante los campeones del mundo, que a su vez estarán respaldados por unos 30.000 seguidores, aunque muchos de estos sin entrada para acudir al Velodrome.