A lo largo de la historia de la selección francesa muy pocos jugadores han podido erigirse sobre el resto para entrar en una historia que ayer agrandó Antoine Griezmann, auténtico referente de un equipo que llegó a la final después de acabar con la todo poderosa Alemania.
Griezmann, con sus seis goles a lo largo de la Eurocopa, se ha ganado por derecho a entrar en una nómina de jugadores históricos que hicieron algo grande en algún gran torneo o que dirigieron a una generación de futbolistas.
El jugador del Atlético de Madrid, como muchas grandes figuras de talla mundial, fue criticado al comienzo de la Eurocopa, pero poco a poco fue callando bocas a base de goles, buen juego y un trabajo importantísimo con el que ha dirigido a Francia hasta la final.
Sin él, probablemente Francia se hubiese quedado en alguna de las rondas anteriores. Los hombres de Didier Deschamps rara vez han ofrecido un buen espectáculo y eso que, hasta el choque ante Alemania, se enfrentaron a rivales "temibles" como Rumanía, Albania, Suiza, Irlanda e Islandia.
Pese al nivel inferior de todas esas selecciones, a Francia le costó ganar los partidos con excepción de los cuartos de final contra Islandia, que, ahí sí, goleó con comodidad. Pero, en casi todos los duelos anteriores y, sobre todo frente a Alemania, sin Griezmann Francia no estaría en la final.
Para el recuerdo quedarán sus dos goles en octavos de final a Irlanda y que sirvieron para remontar un 0-1 en contra. Ahí comenzó a reivindicarse, porque antes, su figura fue invisible con aquel comienzo arrollador de Dimitri Payet y con su suplencia en el segundo encuentro de la fase de grupos contra Albania.
Irlanda fue el punto de inflexión para un súper jugador que, después, en cuartos frente a Islandia, dejó una perla mágica con un toque sutil para batir al portero Hannes Halldorsson. Luego, los alemanes fueron quienes sufrieron sus aciertos y su desparpajo. Griezmann fue prácticamente el único de su equipo que alegró el ataque del conjunto galo.
Por sus seis goles y por sus ganas de tirar de Francia, Griezmann, por derecho propio, se ha convertido en el referente del equipo de Didier Deschamps y sigue la línea marcada de otros grandes nombres del fútbol francés.
Griezmann se une a una lista que iniciaron Raymond Kopa y Just Fontaine en el Mundial de Suecia en 1958. Los dos lideraron a un equipo que alcanzó las semifinales y fueron derrotados ni más ni menos que por el Brasil de Pelé, Didí, Vavá y Garrincha.
Al final, después de ganar 6-3 a Alemania, consiguieron el tercer puesto de aquel Mundial en el que Kopa, Balón de Oro ese mismo año, y Fontaine, con trece goles en todo el torneo como registro imbatible hasta hoy, hicieron historia.
Después de Kopa y Fontaine apareció Michel Platini tras una larga travesía en el desierto de la selección francesa. En los años 80 dejó grandes momentos junto a nombres como Tigana, Giresse o Amorós. Fue el gran líder que condujo a Francia a las semifinales de los Mundiales de España 1982 y México 1986 y al campeonato que consiguieron en la Eurocopa de 1984.
Suyo es el honor de haber dirigido a Francia hasta su primer título, algo que sólo conseguiría después la generación liderada por Zinedine Zidane, que superó a su predecesor con el campeonato del Mundo de 1998 y con el primer puesto en la Eurocopa de 2000. Además, cerró su carrera con una final en otro Mundial, el de Alemania 2006, que no pudo ganar.
Griezmann ahora recoge un testigo histórico. No es tan buen jugador como pudieron serlo Kopa, Platini o Zidane, pero está claro que es un referente de un equipo que puede lograr un título que no consigue desde hace 16 años. El propio Griezmann, cuando era un chaval, vivió con emoción aquel último trofeo que conquistó su país.
"Cuando Trezeguet marcó el gol de oro y se quitó la camiseta, recuerdo que estaba en casa con mi familia y mis amigos, todos estábamos gritando de alegría", dijo.
Es posible que el domingo muchos niños franceses griten y salten de alegría con algún gol de Griezmann, el nuevo referente que sigue la línea de otros grandes nombres del fútbol francés.