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Fernando Santos, el ingeniero de la Euro

Paula Fernández

Con una visión pragmática, sin hacer ruido y sin darse mucha importancia, Fernando Santos ha sabido usar sus dotes de ingeniero electrónico para hacer las conexiones necesarias en la selección de Portugal y conseguir llevarla al Olimpo europeo.

Santos (Lisboa, 1954) debutó como seleccionador el 11 de octubre de 2014 en Saint Denis ante Francia y anoche cerró el círculo con la victoria más importante de la historia del fútbol portugués en el mismo escenario y ante el mismo rival, brindando al país su primer título de selecciones.
Desde que arrancó el torneo el 14 de junio y hasta que se proclamó campeón, el técnico ha mantenido los pies en el suelo y no ha dejado de lado su característica sencillez, pero tampoco ha perdido su ambición.
"Portugal no es favorito en principio, pero creo que tiene todas las condiciones y la obligación de luchar por la conquista del título", comentó en una entrevista con EFE antes de la Eurocopa.
Y a pesar de que no era favorito, Santos empezó su rueda de prensa tras la final leyendo una carta de agradecimiento que tenía escrita desde hace cuatro semanas, cuando pocos imaginaban que las "quinas" acabarían coronándose campeones europeos.
Ante el imprevisto de la lesión de su estrella, Cristiano Ronaldo, el técnico supo cambiar la estrategia del equipo y apostar más adelante por Éder, un jugador que había disputado apenas unos minutos en la fase de grupos y que acabaría convirtiéndose en héroe al marcar el gol de la victoria.
"Teníamos una estrategia montada y tuvimos que cambiarla, siempre creyendo que podíamos controlar el partido de alguna forma. Teníamos que crear una condición de juego diferente, creo que lo conseguimos", celebró.
Aunque es dicharachero y suele responder con una sonrisa, Santos sabe ser cortante cuando las situaciones lo requieren y no se calla ante las críticas si considera que son injustas.
"Creo que ganamos con mérito propio. Que no digan otra vez que fue demérito de los adversarios", dijo tras el encuentro.
Criado en el barrio de Penha de França, en la colina más alta de Lisboa, católico y disciplinado, a Santos le gusta ir a pescar al Alentejo y llegó a trabajar en un hotel de Estoril.
Su forma campechana ha cautivado a todos los portugueses, tanto a los 23 convocados al campeonato de Europa de Francia como a los aficionados, que ya le conocían muy bien tras su paso por los banquillos de los tres grandes de Portugal (Benfica, Oporto y Sporting).
Además del Estoril y del Estrela de Amadora, Santos cuenta con una larga carrera en Grecia, donde dirigió al AEK Atenas, Panathinaikos y PAOK de Salónica.
Estuvo también al frente de la selección Helénica entre 2011 y 2014, a la que clasificó para la Eurocopa de 2012 -cayó en los cuartos ante Alemania- y el Mundial de 2014 -apeado en octavos en los penaltis contra Costa Rica-.
Con su agradecimiento habitual, anoche quiso acabar la rueda de prensa con un mensaje en griego para dar las gracias al pueblo heleno, donde aprendió a entrenar a una selección.
Aunque los elogios a su persona y a su equipo son mayoritarios, no esconde que las críticas al juego defensivo de Portugal le dolieron: "Hubo una fase en la que recibí más mensajes de Grecia que de Portugal", aseveró tras vencer en las semifinales al País de Gales por 2-0.
La visión pragmática de su fútbol no encaja con los puristas del fútbol de posesión de la época de Luis Figo y Rui Costa. Santos rebate los comentarios negativos con una frase: "No puedes imponer el mismo esquema de juego en todos los equipos".
Para él, lo importante es adaptarte a los jugadores que tienes.
La vena pragmática en la actual Portugal es evidente. No le importa ceder el balón, ni defender con uñas y dientes si es necesario.
Casado y con dos hijos, Santos se dedicó al fútbol profesional, pero se retiró muy pronto, a los 21 años, y se sacó un título de ingeniero eléctrico ante las insistencias de su padre de buscar una profesión más allá del fútbol.
Jugó como lateral derecho en clubes como el Marítimo de Funchal y el Estoril, y en los años 70 llegó a ser canterano del club de sus amores, el Benfica.
Asegura que no haber sido futbolista de elite no le resta valor. "No es necesario haber sido un gran jugador para ser un gran entrenador. Dime cuántos futbolistas top han sido entrenadores top. Son la excepción", se ha defendido Santos.

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