Suiza, con un punto en dos partidos, y Turquía, con el casillero vacío, culminarán su peripecia en la fase de grupos de la Eurocopa con la necesidad de sumar una victoria para mantenerse con vida en la competición y alcanzar los octavos de final.
De momento, ninguna de las dos selecciones han demostrado que merece pasar de ronda. En el grupo A, junto a Italia y Gales, han jugado un fútbol errático que les ha mandado prácticamente a la lona y, ahora, sobre la bocina, intentarán arreglar todos sus problemas en apenas noventa minutos.
Suiza parte con algo más de ventaja gracias al punto que consiguió en su estreno frente a Gales (1-1). Después perdió 3-0 frente a Italia, pero el empate que cosechó ante el cuadro de Gareth Bale puede ser oro porque, si gana, con cuatro puntos, es bastante posible que sea una de las mejores terceras.
Sin duda, será prácticamente una de las últimas oportunidades de una generación de jugadores que acudió a la competición en su mejor momento, tanto por edad como por estado de forma. La mayoría de las figuras de Suiza ronda los 28 años y, como casi siempre, están cumpliendo con la tradición de los últimos años.
Ésta no es otra que completar fases de clasificación brillantes y hundirse en los momentos decisivos cuando llega la hora de la verdad. Por ahora, en esta Eurocopa, están cumpliendo con esa tradición y se agota el tiempo para jugadores de gran calidad como Fabian Schar, Granit Xhaka o Xherdan Shaqiri.
Además, necesitan silenciar a muchos críticos que después de la derrota ante Italia alzaron la voz para llamar la atención sobre el mal fútbol de Suiza. Incluso han ido más allá: jugadores como Manuel Akanji han sido señalados por aspectos ajenos al juego como el color de su pelo y otros han sido criticados por sus coches de lujo.
"Estoy de acuerdo con cualquier crítica sobre el partido de fútbol que hicimos contra Italia, pero nuestro cabello o nuestros coches no influyen", sentenció Akanji en rueda de prensa.
Por lo menos, el técnico Vladimir Petkovic, en el cargo desde 2014 y el artífice de esta generación de buenos futbolistas, no tiene bajas por lesión ni por sanción y podrá contar con casi todos sus jugadores. Sólo tiene una duda, la del portero Yann Sommer, que fue padre después del choque frente a Italia y es posible que no pueda participar en el último duelo de la fase de grupos.
La situación de Turquía no es mucho mejor. Es aún mucho más alarmante. Perdió 0-3 con Italia y 0-2 con Gales con una imagen muy pobre que no invita a la esperanza. Sin puntos, necesita ganar a Suiza, probablemente por una amplia diferencia de goles, y esperar un golpe de suerte para convertirse en una de las mejores terceras que accedan a los octavos de final.
Y, si a Suiza no le han caído elogios, a Turquía tampoco. Todo lo contrario. Desde la Eurocopa de Austria y Suiza de 2008, en la que alcanzó las semifinales, su participación en las grandes competiciones ha sido o inexistente o un desastre, como en Francia 2016, donde no pasó de la fase de grupos.
Todos los caminos parecen conducir hacia otro fracaso, pero hasta que llegue ese momento, el seleccionador Senol Günes no se rendirá e intentará dar la sorpresa con bastantes cambios en el once inicial con un planteamiento más ofensivo.
De este modo, Çaglar Söyüncü y Merih Demiral serán los centrales y adelantarán la posición de Ayhan al centro del campo para jugar junto a Can Kahveci. En ese caso, saldrían de la alineación Okay y Yokuslu Tufan. Arriba, Hakan Calhanoglu podría jugar en la zona izquierda, mientras que Kenan Karaman volvería al banquillo y Halil Derviçsoglu se colocaría detrás de Burak Yilmaz.
Sin sancionados, Turquía solo tiene una baja, la del lateral izquierdo Umut Meras, que se lesionó durante el choque ante Gales. Su hueco lo ocupará Mert Müldür, que completaría un once más ofensivo con el que Turquía peleará el milagro frente a un rival que también necesita una victoria para no caer antes de tiempo.