La Eurocopa de Jude Bellingham prácticamente se puede resumir en solo dos instantes: el cabezazo a Serbia en la puesta en escena de Inglaterra y la chilena a Eslovaquia en octavos de final con la que rescató a su selección del ridículo. Mucho y muy poco a la vez para un jugador que ha sobrevivido en la Eurocopa gracias a esos dos chispazos decisivos, pero que también ha deambulado cansado por los estadios de Alemania en el tránsito hacia la final que disputará ante España este domingo en Berlín.
Contagiado por la pobre propuesta de Inglaterra, sombría hasta su reacción en semifinales frente a Países Bajos, Bellingham no ha conseguido ofrecer su mejor versión, la que lució en el Real Madrid durante muchos tramos de la temporada. Agotado tras el último éxito del conjunto blanco, la victoria en Wembley sobre el Borussia Dortmund para alzar la Liga de Campeones marcó el final de un curso agotador para un jugador al que le ha faltado combustible durante la Eurocopa.
Bellingham llegó a Alemania con un currículum digno de aspirante a Balón de Oro. Ganador de la Supercopa de España, de la Liga y de la 'Champions League' con 23 goles y 13 asistencias en 42 partidos, puso sus credenciales sobre la mesa como candidato junto a Vinícius Júnior. Después de más de 30 días tras la victoria de Wembley, ambos han perdido algo de crédito. Vínicius, en la Copa América, con Brasil eliminada en cuartos de final; y Bellingham en la Eurocopa, eclipsado por el brillo de nombres como Rodri Hernández, que se ha unido a la carrera por un trofeo que en ocasiones genera polémica.
Pero, el centrocampista del Real Madrid no comenzó nada mal. Aunque Inglaterra firmó uno de los múltiples partidos rácanos con los que obsequió a sus aficionados en la Eurocopa, Bellingham fue el único que asomó la cabeza para salir de la mediocridad casi general de su equipo. Ante Serbia, con una fugaz aparición, dio la victoria al equipo de Gareth Southgate gracias a un cabezazo monumental con el que Inglaterra logró un pírrico 0-1.
Enseguida, los elogios llovieron sobre la estrella de Inglaterra. Su tanto disfrazó un partido irregular del genio británico y no frenó la catarata de elogios que recibió, casi en su mayoría, desde dentro de su selección. "Sí, definitivamente puede ganar el Balón de Oro. Todo el mundo sabe lo fantástico que es como jugador. Lo vemos todos los días en los entrenamientos. Es un tipo igual de agradable y exigente. Tiene altos estándares. Jugar con él es genial. Es un candidato al Balón de Oro", dijo Kobbie Mainoo después de la victoria ante Serbia.
Sin embargo, después llegó el baño de realidad para Inglaterra. Sus dos siguientes partidos, dos empates frente a Dinamarca (1-1) y Eslovenia (0-0), mostraron la realidad del juego del combinado británico. Y, cuando hay mal juego y no hay victorias, las aguas calmadas pasan a ser revueltas. De hecho, Southgate vivió en sus carnes la ira de un sector de sus aficionados, que arrojaron vasos de cerveza a su seleccionador nada más terminar la fase de grupos. "Entiendo la narrativa hacia mí. No voy a eludir esto. Es mejor eso a que apunten contra los jugadores. Pero es un ambiente inusitado para trabajar. No he visto que un equipo se clasifique y reciba un trato similar", afirmó Southgate.
Bellingham tampoco se libró de las críticas. Desaparecido por completo, fue uno de los objetivos de los medios de comunicación británicos, que en octavos de final afilabansus cuchillos para trocear su carnaza durante buena parte del choque ante Eslovaquia. Inglaterra, con un gol de Ivan Scharanz a los 25 minutos, estuvo eliminada hasta que Bellingham, por segunda vez, acudió al rescate.
Su golazo de chilena en el minuto 95 evitó una sangría en Inglaterra. Y, seguramente, también sirvió para escapar de las críticas con las que habría tenido que convivir un tiempo, porque hasta ese instante tampoco demostró síntomas de recuperación. Pero aquel tanto, tal vez el mejor de la Eurocopa, dio una vida extra a Bellingham, a sus compañeros, a Southgate y a todo un país que en realidad deseaba seguir adelante para soñar con sumar el segundo título de su historia tras el Mundial de 1966.
Pero esa alegría escondía otra realidad, el agotamiento de Bellingham. Ya con el Real Madrid alzó la voz para señalar su problema. En abril, durante la entrega de los premios Laureus, reconoció algo que parecía evidente: "Estoy agotado", aseguró. Y durante la fase de grupos de la Eurocopa volvió a reconocer su irregular estado físico, más problemático con la fractura en un hombro que arrastra desde hace tiempo y que en algún momento tendrá que solucionar pasando por quirófano.
En cuartos de final, fue Bukayo Saka quien rescato a Inglaterra frente a Suiza con otro gol salvador al final del choque. En la prórroga, Bellingham fue sustituido, incapaz de acumular más kilómetros. En semifinales frente a Países Bajos, reconoció después del partido que no habría podido afrontar una prórroga porque estaba, de nuevo, agotado. Ollie Watkins, con su tanto sobre la bocina, evitó que tuviera que hacer ese sobreesfuerzo. Esta situación, no pasa desapercibida para algunos miembros de la selección española. Así lo expresó Dani Olmo en rueda de prensa:
"Bellingham estará agotado físicamente pero es una final, no creo que no vaya a jugar por estar cansado. Es un jugador importante para Inglaterra, lo ha demostrado en el campeonato y es un jugador a tener en cuenta como otros", manifestó.
No le falta razón al centrocampista español. Bellingham, aunque no ha rendido al nivel que todo el mundo esperaba, es capaz de cualquier cosa. Ya sea por su agotamiento, por la lesión que arrastra en el hombro, por el mal fútbol de Inglaterra o por las tres cosas, no ha conseguido alcanzar el nivel con el que asombró al Real Madrid. Pero, como dijo Dani Olmo, hay que tener en cuenta al medio británico. En solo un instante, puede liquidar un partido. Lo demostró ante Serbia y Eslovaquia. Un cabezazo y una chilena dieron aire a su selección, que sueña con una tercera aparición de su mejor hombre para ganar el segundo título de su historia.