El FC Barcelona volvió a hacerlo. Los derbis en el Camp Nou tienen un nombre. No hay discusión. El conjunto de Ernesto Valverde consiguió una nueva victoria ante el Espanyol, porque desde hace diez años todos los partidos en el campo azulgrana se han saldado con victoria para los culés y, además, con resultados normalmente abultados.
Esta plácida tarde de derbi volvió a tener sabor azulgrana. Lo hizo de la mano del mejor jugador de la historia del fútbol: Leo Messi. El astro argentino -tras salir ovacionado del Benito Villamarín- volvió a levantar los aplausos, en esta ocasión de su propia afición, en una jugada ante Marc Roca.
El crack del Barça parece que no tiene límite. Volvió a tirar de magia, de jugadas y pases imposibles, y de goles de ensueño. El primero llegó en una falta magistral lanzada en el borde del área. El argentino se encargó de ejecutar una falta que previamente le había realizado Víctor Sánchez y que el mismo jugador se encargó de enviar al fondo de su portería. Messi la picó, un poco a lo Panenka, y el jugador perico cabeceó en su propia red.
Su sexto gol de falta directa -según datos de @JoseOpta- ante el Espanyol en todas las competiciones, más que contra ningún otro equipo en toda su carrera. Un víctima ideal que no ha conseguido sacar un resultado positivo del Camp Nou desde la temporada 2008/2009. Muy lejos queda ya aquella jornada en la que el conjunto blanquiazul ganó con dos goles de Iván de la Peña.