El FC Barcelona renovó a Ernesto Valverde el pasado mes de febrero y generó ciertas críticas. Había sectores en la afición blaugrana que no estaban demasiado contentos con la ampliación de contrato del 'Txingurri'. "Es que aburre a las ovejas", decían unos. "No juega a nada", criticaban otros. "Con este entrenador es imposible hacer grandes cosas", llegaban a escribir otros aficionados. Y a finales de abril, dos meses y medio después, ahí está el Barça, cada día más cerca del triplete.
Este martes, en Mendizorroza, a Valverde le salió todo redondo. Cuando todo hacía presagiar que el técnico apostaría por los titulares, dejó a jugadores como Messi y Jordi Alba en el banquillo y apostó por otros menos habituales como Umtiti o Aleñá, juntando a Dembélé y Coutinho en las posiciones de ataque. El Barça parecía atascado por momentos, pero fue el propio Aleñá, quizás el mejor del partido, quien abrió el marcador y empezó a allanar el camino para el cuadro blaugrana.
Llegó el 0-2 de penalti, obra de Luis Suárez, y el partido estaba sentenciado. A Valverde le había salido todo redondo: ganaba en Mendizorroza, daba descanso a sus futbolistas claves, rotaba hasta el propio Leo Messi y el Barcelona se colocaba a tres puntos de ser campeón de LaLiga, con la ida de semifinales de la Champions League a la vuelta de la esquina.
Y contra todo pronóstico, el técnico sacó a los buenos. Dio entrada a Messi, que dejó cuatro jugadas en las que llegó a rozar el tercero. Dio entrada a Jordi Alba, que pasó completamente desapercibido. Y ya en el tramo final dio minutos testimoniales a Arthur en lugar de un Aleñá que ya se había erigido como el gran protagonista. A Valverde le salió la noche perfecta... y hasta le sobraron los cambios.