Leo Messi está que trina. Y el motivo no es otro que la no llegada de su íntimo amigo Neymar Junior, al que había colocado como objetivo prioritario para el Barça este verano. Cree que no se ha hecho todo lo que se podía hacer y, los pocos movimientos realizados, los han hecho mal. Busca culpables y amenaza con cortar cabezas. Y de momento ya ha encontrado dos.
Prefirió apostar por Antoine Griezmann, que no es precisamente amigo del capitán culé, que no le perdona la espantada que tuvo el verano pasado y su forma de anunciarla. Y, de momento, en estas primeras jornadas está dejando más sombras que luces. El siguiente, lógicamente, es el presidente, Josep María Bartomeu.
Porque Leo no tendrá problema en revelarse y echarle de su cargo. Tan solo le hace falta un simple chasquido de dedos.
El ‘10’, además, tiene un comodín. Cada temporada puede marcharse a coste cero si así lo desea, según informó El País, y tan solo tendría la obligación de notificarlo en el mes de mayo, antes de que finalice el curso.
Algo que pone los pelos de punta en el Camp Nou, que están asustados antes la posibilidad de perder al mejor jugador de su historia y gratis, pudiendo firmar por cualquier equipo.
Hasta el Real Madrid…