El FC Barcelona consiguió este sábado una importantísima victoria ante el Getafe gracias a los tantos de Luis Suárez y Junior Firpo. Lo conseguido, que puede parecer fácil, se ha convertido en la primera victoria del equipo azulgrana fuera de casa durante el curso... y la más necesitada.
El gran déficit de la temporada -hasta el momento-, borrado. Tras vencer a equipos como el Villarreal, Granada o Real Betis -con suma facilidad- en el Camp Nou, el suspenso siempre llegaba lejos de casa.
La primera derrota llegó ante el Athletic en San Mamés, después llegó el empate ante Osasuna y, posteriormente, una nueva derrota ante el Granada. Y sólo eso en LaLiga, porque en la Champions League el Barça tampoco consiguió vencer en casa del Borussia Dortmund.
La primera llegó en Getafe. Y era muy necesitada. Tal y como reconocía Ernesto Valverde en sala de prensa en la previa del encuentro, la plantilla no estaba obsesionada, pero sí preocupada. "Se habla mucho de esto. Parece que tienes que ganar cuanto antes para quitarte la sensación, pero lo importante son los puntos. Por momentos sí, pero no hemos sido regulares".
Esta victoria, sin embargo, rompe la racha pero no borra las dudas. En algunos casos, la imagen dada dolió más que la propia derrota, cimentada por un cúmulo de errores, un juego previsible y una intensidad inferior a la de sus rivales.
Sin Messi y Jordi Alba, y también sin su joven revelación, Ansu Fati, el Barcelona dio durante muchos minutos la imagen de un equipo vulgar en Getafe. Uno de los jugadores llamados a dar un paso al frente en el Coliseum era Ousmane Dembélé, pero el francés se cayó de la lista en el último momento por unas molestias musculares.
Su sustituto fue Carles Pérez, que comenzó el partido bien, gozó de una ocasión clara para marcar que se fabricó el mismo y participó en el segundo gol con el disparo que David Soria no acertó a despejar bien y dejó muerto en el área para que lo aprovechara Junior.
La verticalidad de Carles Pérez en ataque contrastó con las sombras que transmitió Antoine Griezmann, que estuvo poco participativo y su actuación, rayando lo correcto, estuvo muy lejos, una vez más, de lo desequilibrante que era para el Atlético.
Con el pitido final, el Barcelona respiró. Tres puntos balsámicos que le dan tregua hasta el siguiente partido, el de Liga de Campeones contra el Inter. De nuevo en juego tres puntos y sobre todo la obligación de mejorar la imagen.