Ousmané Dembélé aún no ha encontrado la regularidad en el FC Barcelona desde que llegara en el verano de 2017. Dos temporadas y medias llenas de altibajos, donde el rendimiento del jugador siempre ha estado cuestionado debido a sus apariciones irregulares y las lesiones musculares.
Lo cierto es que se respira un ambiente no muy agradable en torno al jugador francés, que parece estar gafado. Dembélé lleva nada más y nada menos que 292 días de baja desde que llegó a Barcelona. Hablamos de nueve meses alejado de los terrenos de juego en poco más de dos años.
Por eso, su trayectoria, a lo largo de estas dos temporadas y media, invita a que sea uno de los jugadores menos recomendados en los juegos de comunio. Las lesiones y su irregularidad le han llevado a sumar tan solo 21 puntos, consiguiendo como máximo seis puntos en los partidos ante el Atheltic Club y Villarreal.
En el seno del club, esto es un tema que preocupa y mucho. Se empieza a agotar la paciencia, y no por su fútbol, sino por sus reiteradas lesiones y bajas de larga duración. Dembélé es un jugador por el que se hizo una importante apuesta económica, y sus continuas lesiones no están permitiendo que la operación sea todo lo rentable que el Barça quisiera. El próximo verano, su nombre volverá a estar relacionado con muchos equipos y la directiva culé tendrá que analizar cual es la mejor solución para todos.
Controla su dieta diaria, se entrena a gran nivel y es estricto en sus hábitos diarios, tal y como pedían desde el Barcelona. En los últimos meses, según informó el diario Marca, Dembélé ha cambiado su actitud de forma radical a la par que ha cambiado de representante. El de ahora, Moussa Sissoko, se ha trasladado a la Ciudad Condal para estar encima del jugador, a quien visita de forma frecuente. Pese a este cambio de costumbres, Dembélé volvió a caer. Vuelve a sufrir una lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha.