La televisión apunta al césped, las cámaras se fijan en el '10', en el '7' y en el ataque del Athletic Club, pero el fútbol va más allá del rectángulo, más allá de los 90' y la Supercopa de España dejó detalles que no viste: del abrazo eterno de De Jong a la desaparición de Koeman.
Sevilla recibió a oscuras al Barça. Ronald Koeman sabía que Leo Messi iba a forzar para jugar y no quería que los detalles acabasen estropeando su primera gran noche.
El calentamiento fue inmaculado: nadie se despistaba, nadie se salía del círculo, pero Leo Messi se permitía, de vez en cuando, regalar a los -pocos- presentes algún detalle de su increíble calidad.
Acostumbrados al frío de Barcelona, la mayoría de la plantilla calentaba sin problemas, pero Griezmann, ante la sorpresa de la grada, no se quitaba el gorrito del que muchos compañeros se reían.
Lo inmaculado llegó al vestuario y siguió sobre el verde. Una vez en el terreno de juego, y aún con Messi eligiendo campo, De Jong se recorrió el rectángulo de lado a lado para, con un abrazo eterno, saludar a todos sus compañeros. No se le escapó ni uno. Frenkie también sabía que era una noche importante.
El reloj avanzaba y, a ser sinceros, el inicio culé no fue el mejor: apatía, paseos por el campo en forma de presión y una preocupante falta de control y ocasiones que, sin embargo, no dejaba ver preocupación alguna a Ronald Koeman.
El holandés se pegó 20' prácticamente congelado en la zona técnica. No movió ni un dedo, no cambió el gesto: observaba y analizaba en su mente los déficits de su equipo en el inicio.
Y entonces, decidió desaparecer. Con Marcelino metiéndose en el verde, el ex de la selección naranja se sentó para hablar con sus ayudantes y dejó a los suyos huérfanos.
Curiosidad o no, la vuelta del técnico a la zona técnica reactivó a su equipo, que pasada la media hora comenzó a mostrarse mucho más seguro en el juego.