Se le convirtió en el símbolo de La Masía, del famoso ADN Barça. Y él seguramente se dejó utilizar. Lejos de rebelarse en el terreno de juego y demostrar de lo que era capaz, aunque fuera lejos del Camp Nou, Riqui Puig (Matadepera, Barcelona, 13 de agosto de 1999) aceptó convertirse en un icono de la cantera azulgrana casi sin jugar.
No logró la continuidad ni con Valverde, el técnico que le hizo debutar, ni con Quique Setién ni con Koeman -con el que tuvo la relación más tormentosa- ni tampoco con Xavi, a priori, el entrenador que mejor encajaba con su estilo. Apenas 57 participaciones con el primer equipo repartidas en cuatro temporadas y solo 14 de ellas como titular.
Pese a ser carne de banquillo, Riqui siempre ha parecido sentirse a gusto con su rol de estrella emergente, ese papel que en el fútbol profesional a menudo acaba pasándote factura hasta convertirte en un juguete roto más.
Cómodamente instalado como miembro de pleno derecho de la primera plantilla, renunció a seguir rodándose en el Barça B o a irse cedido a otro equipo para seguir acumulando kilómetros, minutos y partidos en sus piernas.
Su conformismo o tal vez su obstinación y tozudez han acabado por estancar su carrera, y en el conjunto azulgrana no ha habido ni rastro de la evolución que se esperaba de él en las dos últimas temporadas. Sobretodo en su rendimiento físico y la parcela defensiva, las dos áreas donde el interior catalán aún tenía mucho margen de mejora.
Un futbolista en edad de formación lo que necesita es jugar, seguir aprendiendo. Y, de haberse marchado antes, seguramente este verano habría tenido ofertas interesantes para mantenerse en la élite, incluso para regresar al Camp Nou y triunfar en el club de su vida. Pero el fenómeno Riqui Puig se ha ido devaluando con el paso de los meses hasta ser un activo que ya no cotiza en los grandes mercados futbolísticos.
"Riqui se entrena muy bien, es un profesional. Me sabe mal no darle más minutos, pero tenemos futbolistas de mucho nivel. Está Pedri, surgió Gavi, está Nico, está Frenkie... Es una pena, pero tiene una competencia feroz; ese es el problema principal", argumentaba Xavi cuando se le preguntaba por el poco protagonismo del centrocampista de Matadepera.
Ahora, a punto de cumplir 23 años, Riqui Puig ha aceptado dejar el Barça, su casa, para irse a la MLS estadounidense, una Liga menor a la que arriban las grandes estrellas en edad de jubilación en busca de su último gran contrato, de su retiro dorado.
Quién sabe si Riqui se ha rendido definitivamente, si ha decidido aceptar con resignación que se le escapó el tren, que ya no está a tiempo de inscribir su nombre en la élite. O simplemente triunfar en el fútbol profesional ya no es su máxima prioridad.
🚨 CONFIRMADO 🚨@RiquiPuig es nuevo jugador del @LAGalaxy_Es #VamosGalaxy pic.twitter.com/D8WkwJiqbg
— MLS Español (@MLSes) August 4, 2022
Él, que siempre ha tenido como referente, dentro y fuera del campo, a su amigo Gerard Piqué y su glamuroso estilo de vida, quizá piense que enrolado en Los Ángeles Galaxy, viviendo cerca de Hollywood, rodeado de 'celebrities', podrá sentirse plenamente realizado.
Pero olvida que Piqué, uno de los mejores centrales de la historia, ha conquistado 37 campeonatos. Que solo Alves, Messi e Iniesta han ganado más que él. Que la gloria y los títulos, no solo la 'dolce vita', alimentan la felicidad del futbolista profesional.
Y que si algo tiene el fútbol, un deporte acostumbrado a devorar jóvenes talentos como Riqui Puig, globos inflados a base de ego e intereses mediáticos y comerciales, es que siempre te da una segunda oportunidad. La incógnita es saber si a él le interesará aprovecharla.