El Barça ha quedado definitivamente eliminado de Europa tras caer 2-1 en la vuelta de los dieciseisavos contra el Manchester United. Una eliminatoria igualada, de tú a tú, que se decidió por pegada y por un solo gol de diferencia. Una eliminatoria entre dos equipos grandes, del mismo nivel y en el mismo lugar: la cumbre de la élite europea. Por eso, choca el discurso de Xavi Hernández que, en rueda de prensa, volvió a utilizar el fantasma de la crisis generada por la salida de Bartomeu (de la que pronto se cumplirán dos años).
“Veníamos de una mala base” o “hemos jugado con equipos muy grandes” han sido las dos expresiones que el técnico azulgrana ha dejado a los periodistas. El contexto deportivo del equipo es diametralmente opuesto al de hace 12 meses. Incluso al de hace 6. Un equipo que ha ganado la Supercopa de España con mucha solvencia al actual campeón de Europa. Un equipo que le está metiendo 8 puntos de diferencia en LaLiga a ese mismo campeón de Europa. Y un equipo que está vivo en Copa del Rey a una eliminatoria de plantarse en una nueva final.
Sería más lógico pensar que la derrota del Barça en Manchester responde, sin más, a la propia naturaleza del fútbol. Insinuar que el Barça es aún un equipo por debajo del nivel de los Bayern, Inter o Manchester United es no ser riguroso con la realidad del equipo. Sería mucho más saludable para el barcelonismo y para el equipo reconocer que se ha jugado peor que el rival –cosa que hizo Xavi en otros momentos de la rueda de prensa- sin poner el matiz de la crisis. Una crisis que, si el Barça culmina la temporada levantando el título de Liga, estará más que superada.