Cuenta Javier Arbizu que su entrada a la cocina fue casual. "Era mal estudiante", reconoció este miércoles en una entrevista a EFE, "y mis padres me ingresaron en un colegio de Navarra. Ahí o hacías cocina o hacías mecánica. También podría haber sido electricista o ebanista, pero yo elegí la cocina".
Sitúa sus comienzos con 15 años. Fue dando "saltos y saltos" hasta llegar a montar su propio restaurante en San Sebastián pero, por motivos de salud, lo tuvo que dejar. Fue entonces cuando surgió la posibilidad de pasar a la alimentación deportiva de la mano de John Toshack y la Real Sociedad.
"Él paraba mucho en mi restaurante", dijo Arbizu en el hotel de concentración de la selección española en Reims, donde este miércoles preparó un menú especial para los periodistas acreditados en el Mundial femenino.
Habla desde la experiencia. Lleva 28 años trabajando para la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), como cocinero de las selecciones masculinas y femeninas.
"La alimentación deportiva es mucho más sencilla, pero al mismo tiempo mucho más exigente porque tienes a muchas personas a tu cargo. También tienes muchas limitaciones, porque todo depende del médico. Con un arroz blanco, por ejemplo, tienes que tirar mucho de imaginación para que esté rico. La pasta tiene más alternativas, aunque los médicos son reacios a la pasta cocida", remarcó.
Su jornada, durante el torneo que la selección femenina está disputando en Francia, comienza a las 8:00 (hora local).
"Superviso que en el desayuno no falte de nada, porque lo hace el hotel. Cuando veo que están desayunando las 23 jugadoras pienso que ya he hecho algo bien porque eso implica que están las 23 sanas. La comida la empiezo a preparar las 10:30 y la cena a partir de las 17:30", afirmó el cocinero, nacido "en un pueblecito de Navarra".
"Mi trabajo me gusta mucho. Es muy agradecido. Veo que las jugadoras están contentas, son agradecidas y te tratan como si fueras su padre", apuntó.