Cheick Doukouré, jugador propiedad del Levante UD pero cedido en la SD Huesca, disfruta por fin del paseo por la calle con sus hijos pequeños después de que el Gobierno autorizase la salida de los menores de 14 años durante una hora diaria en esta cuarentena provocada por la pandemia del coronavirus.
Sin lugar a dudas, una situación de alivio para el futbolista que durante los últimos 14 meses ha vivido todo un calvario por culpa de la maltrecha rodilla que se lesionó en febrero de 2019. Aquel fatídico 24 de febrero, durante un partido ante el Real Madrid, Doukouré se rompió el ligamento cruzado de su rodilla al golpear al aire en un lance del juego que el colegiado del encuentro interpretó como penalti.
Después de aquello, el costamarfileño se vio obligado a pasar por el quirófano y a afrontar una recuperación de unos 7-8 meses aproximadamente. Cheick trabajó de forma incansable durante todo el verano con el ánimo de poder recuperarse a tiempo para los primeros meses de la competición. Sin poder llegar a alcanzar un buen tono en su recuperación, club y jugador estimaron que lo mejor era buscar una cesión para sumar minutos en otro equipo y ese fue la SD Huesca.
Sin embargo, las previsiones quedaron truncadas debido a varios derrames en la zona de la lesión y eso provocó que Doukouré tuviese que reiniciar los procesos de rehabilitación en varias ocasiones con todo lo que ello conlleva.
En el momento en que LaLiga SmartBank fue suspendida por la pandemia del coronavirus, Doukouré todavía no había podido debutar pero ya estaba entrenando con el grupo y a buen ritmo desde hacía varias semanas sin resentirse y con buenas sensaciones. Por ello, y por todo lo que ha tenido que pasar durante los últimos 14 meses, este parón fue motivo de mayor frustración para el futbolista que parecía ver la luz al final del túnel por fin.